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El fin del sexo en el cine

GUILLERMO PIRO

Christina Newland publica un artículo en la BBC acerca de la ausencia de escenas de sexo en el cine. No se refiere al cine porno, que por lo que parece sigue gozando de buena salud y dando suculentos dividendos a todos los involucrados (menos a los que los consumen, claro), sino al cine comercial, a Hollywood especialmente. A fines de los años 60 el sexo empezó a hacerse explícito en las películas, y eso duró décadas, a tal punto que cualquier película que pretendía ser un éxito de taquilla no podía prescindir de, como mínimo, una escena de sexo. Pero esos tiempos parecen haber terminado.

Ya habían escrito al respecto Ann Hornaday en el Washington Post y Edward Helmore en el Guardian, ambos en 2019, pero el artículo de Newland le otorga dramatismo o comicidad al asunto: “Mientras la sociedad se vuelve sexualmente más abierta, hay cada vez menos escenas de sexo en las películas dirigidas al gran público”.

No es este el lugar para trazar una historia pormenorizada del sexo en el cine, cosa que por otra parte requeriría no solo espacio sino investigación: muchas películas de los comienzos del cine se perdieron, y por otra parte habría que establecer ciertos parámetros a fin de determinar cuál es una escena de sexo y cuál no. De lo que no podemos tener dudas es de que en cuanto el cine nació, el sexo, más o menos sugerido, más o menos explícito, se hizo presente.

En Hollywood, luego de unos años de gloria, el sexo en el cine fue relegado a causa del llamado código Hays, que rigió en los Estados Unidos entre 1934 y fines de los años 50. El código, que recibe el nombre de su impulsor, William Hays, imponía sus principios morales no solo en cuestiones de sexo, sino también a las meras alusiones al consumo de alcohol, a la religión, a la violencia y al baile.

Dice Newland que hasta comienzos de los años 60, en el cine estadounidense la desnudez genuina y las escenas de sexo tal como las conocemos hoy, o mejor dicho tal como las conocíamos, simplemente no existían: el sexo se ocultaba o se sobreentendía. El film que marca una diferencia clara es El último tango en París, de Bernardo Bertolucci, de 1972.

Luego vinieron películas como Cuerpos ardientes, Atracción fatal, Bajos instintos (siempre me llamó la atención que quien eligió el título de ese film para ser distribuido en Latinoamérica haya degradado un instinto “básico” (basic) a la categoría de “bajo”) y Nueve semanas y media, donde el sexo era fundamental en las tramas, películas todas que, como señalaba Hornaday en su artículo del Washington Post, “fueron determinantes para la generación de directores que se estaba formando en aquellos años”.

Hasta que en 2010 todo se vino a pique. Kate Hagen reunió datos en 2019 y llegó a conclusiones tristes: de casi 150 mil películas realizadas entre 2010 y 2019, solo el 1,21% tenía el menos una escena de sexo. Contraponiendo datos se dio cuenta de que para encontrar un porcentaje tan bajo hay que remontarse a los años 60.

Sí, muchas películas de autor siguen dándole al sexo la importancia que se merece, pero aquí se trata de las películas más vistas del año, no de las que se presentan en festivales o ruedan por un circuito reducido y apenas logran recuperar los costos de producción. Ya lo había dicho Hagen: algo tuvo que pasar para que Cincuenta sombras de Grey, una trilogía que hizo furor entre 2015 y 2018, recaudara 1,3 mil millones de dólares “sin siquiera mostrar un pene”.

LITERATURA

es-ar

2021-11-28T08:00:00.0000000Z

2021-11-28T08:00:00.0000000Z

https://kioscoperfil.pressreader.com/article/282681870531539

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