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PEQUEÑOS GRANDES HEROÍSMOS

A.S. —Tomando este estreno y otras películas tuyas, como “Mi amiga del parque”, con historias aparentemente pequeñas que se ubican en un contexto de idiosincrasia nacional, ¿qué lugar tienen para el heroísmo?

—El héroe y la heroína se instalan en una dinámica moral que tiene que ver con valores culturales. Héroe y heroína cambian a lo largo del tiempo y se van cuestionando. En Mi amiga del parque, Liz es una madre primeriza que se atreve a desafiar los mandatos que dicen que las madres no pueden articular la palabra aventura con maternidad y crianza. Ella se atreve a abrir un mundo de otra clase, para entenderse y generar una red. En Sueño Florianópolis, una pareja se atreve a deconstruir amorosamente su pareja de tantos años y dar lugar a preguntas en torno a la sexualidad y a explorar una sensualidad que no conocían, pero tienen el amor y la confianza para compartirla. Y Sebastián, en El perro que no calla, es un hombre que se atreve a no escuchar las leyes del mercado, que le dicen que, si tiene problemas con el perro, lo tiene que regalar; busca un trabajo que le permita adaptarse a sus creencias. Hay pequeñas batallas con respecto a mandatos sociales o económicos. Los personajes se vuelve héroes o heroínas, desde mi punto de vista, en tanto libran esas batallas, para conseguir un espacio de la libertad, que tienen que ver con la existencia y con la libertad. Actualmente, la palabra libertad está mal entendida, porque parece que significa hacer solo lo que me importa a mí. Libertad es una palabra que hay que defender desde su uso colectivo.

NOTA DE TAPA

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2021-11-28T08:00:00.0000000Z

2021-11-28T08:00:00.0000000Z

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