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Enfrentan un peligro constante, pese a que una ley los protege

En 2007, se sancionó la norma que busca cuidarlos, pero los incendios y la deforestación no cesan. La participación ciudadana es clave para frenar el avance sobre estas masas verdes que cumplen una importante función ambiental y son importantes para mitigar el cambio climático. Quebrachos, algarrobos, lapachos, cedros, jacarandás, palos santos, sauces y alerces son algunas de las más de 90 especies que se encuentran en los bosques nativos del país, que cubren cerca de 35 millones de hectáreas, siendo refugio de una gran biodiversidad y de comunidades enteras. Con pérdidas constantes, en la actualidad solo queda un 30% del bosque original. El resto desapareció, producto de los incendios y desmontes para ganadería o agricultura. Ante la crisis climática que ya hace sentir sus consecuencias, el cuidado de estas masas verdes se vuelve fundamental para el futuro de todos.

En plena selva misionera, a kilómetros de Oberá, Misiones, se desarrolla en unas 600 hectáreas un proyecto que ya lleva más de 200 mil árboles plantados a nivel nacional y no se detiene. El Centro de Investigaciones “Antonia Ramos”, de la Fundación Bosques Nativos es un espacio de estudio, encuentro y ciencia. Allí se crían miles y miles de árboles anualmente, que luego sirven para reforestar y compensar la pérdida forestal en todo el país.

“No se puede vivir sin los bosques, es algo que a quienes habitamos las ciudades nos cuesta entender, pero todo sale de ahí. A medida que el bosque va desapareciendo, perdemos muchos beneficios como la regulación del clima, algo que vemos hoy: crecen las sequías, hay inundaciones, jornadas de más calor y más frío”, comenta Esteban Avigliano, biólogo y presidente de la Fundación. Son fuente de biodiversidad, hogar de animales y especies vegetales, proveen insumos y alimentos, contribuyen a la calidad del aire, del agua y retienen las lluvias. Pero, sobre todo, albergan a muchas comunidades.

Los habitantes en la región chaqueña.

“Los bosques nativos son sustento de múltiples comunidades rurales, tanto campesinas como indígenas, en todas las provincias de la región”, indica Ana Laura Álvarez, presidenta de la Red Agroforestal Chaco Argentina (REDAF), que ya acumula más de 25 años de trabajo y agrupa a diferentes organizaciones, asociaciones, comunidades, instituciones, académicos y funcionarios que atienden las distintas problemáticas que surgen en la región chaqueña.

Desde la Red, plantean la necesidad de conocer cada una de las alternativas para el aprovechamiento de los bosques nativos de forma integral en beneficio de todas las poblaciones, así como los servicios que brindan. “En los últimos años, vemos con preocupación el avance de inundaciones y sequías que son producto del mal manejo o de la sustitución del bosque nativo por una simplificación de los ecosistemas, transformándolos en campos de producción a gran escala”, analiza Álvarez.

En 2007, todos los actores de la REDAF realizaron un relevamiento de las situaciones de conflicto con las comunidades locales. “La mayoría son producto de la frágil tenencia de las tierras que hay y del avance del proceso de la deforestación”, asegura Álvarez. La tala de árboles no solo se lleva fauna y vegetación: también deja sin hogar a muchas comunidades.

“Estas situaciones son difundidas como conflictos entre vecinos y no como situaciones producto del avance de un modelo de producción en la región o de una problemática común, que es la precariedad en la tenencia de las tierras”, aporta. Siguiendo a Álvarez, hay estudios que indican que donde habitan comunidades indígenas y campesinas, “es donde el bosque se mantiene. Su participación es la que permitió sostener el bosque en la región chaqueña”.

La reforestación después de los incendios en el sur.

Las problemáticas en torno a los bosques cambian según territorio y geografía, pero las mayores dificultades siguen siendo las mismas: frenar los desmontes, evitar los incendios, en definitiva, cuidarlos para el sustento de las comunidades. En marzo de este año, las llamas afectaron a siete localidades de la Comarca Andina. El Hoyo, Las GolondriUNO. nas, Epuyén, Cholila, Cerro Radal, El Maitén y Lago Puelo ardieron dejando atrás unas 15 mil hectáreas de bosques y más de 250 casas quemadas.

En Esquel, Lucas Rosolen, integrante de Bosques Nativos, fue parte de la difícil tarea de volver a traer vida tras el paso del fuego, que emprendieron habitantes y organizaciones sociales. “Estuvimos en El Hoyo y Lago Puelo haciendo distintas actividades para colaborar. Tratamos de plantar alrededor de 16 mil árboles, pero no es nada comparado a lo que se perdió en los incendios. Es difícil recuperar la población que se quemó”, menciona.

La introducción de especies exóticas causa estragos en el país, vulnerando la salud de los bosques nativos. Entre ellas, se encuentran los pinos provenientes del hemisferio norte. “Pino Ponderosa o Pino Oregón se plantaron en su momento para utilizar la madera, ya que tienen un crecimiento más rápido y mejor rendimiento económico. La producción de pinos aumentó hace 80 años y, hoy en día, muchas de esas plantaciones están en abandono total, convirtiéndose en material combustible”, cuenta Rosolen.

“Los bosques andinos patagónicos están amenazados”, alerta. Entre los incendios que avanzan, la tala para ganadería, algunas enfermedades que afectan a los árboles nativos y el abandono y descontrol de los pinos, la masa forestal del sur del país tampoco está a salvo.

Brigadas para cuidar los bosques cordobeses.

Durante 2020, se quemó el 0,29% de la superficie del territorio argentino, lo que equivale a poco más de un millón de hectáreas. Luego de los incendios, un bosque puede demorar hasta cinco años en recuperar las propiedades del

Esteban Avigliano, biólogo: “En la medida que el bosque va desapareciendo, perdemos muchos beneficios como la regulación del clima”, plantea.

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2021-11-28T08:00:00.0000000Z

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