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Plan B (con B de Bullrich)

las próximas elecciones presidenciales parecen tener un aire antipolítica y la jefa PRO no quiere desaprovecharlo.

CARLOS DE ANGELIS* *Sociólogo (@cfdeangelis).

Si hace dos años su duro posicionamiento (casi una resultante de su historia de vida) le planteaba dudas, ahora piensa con convicción que es su hora. Su oportunidad para ser presidenta de los argentinos será en 2023 o no será.

Mil vidas. Muy probablemente la vida de Patricia “La Piba” Bullrich merecería una serie de Netflix de varias temporadas. Descendiente de familias patricias (Bullrich por parte de parte y Luro Pueyrredón de parte de madre), debe ser una de las pocas dirigentes políticas en actividad que ostenta tres avenidas de la ciudad de Buenos Aires que llevan nombres de sus antepasados. Es conocido que en los 70 adhirió a las rebeldías juveniles de clases medias y altas para sumarse a la Juventud Peronista ligada a Montoneros y los azares de la vida la llevaron a ser cuñada de Rodolfo Galimberti (pareja de su hermana Julieta fallecida en el exilio).

El regreso a la democracia la encontró dirigiendo la revista Jotapé, primero cerca de Antonio Cafiero y luego de Carlos Menem. Sin embargo, su pase a los primeros planos de la política nacional lo obtuvo a principios de 2000 en el gobierno de la Alianza como ministra de Trabajo nombrada tras los escándalos por los manejos oscuros en la sanción de la ley de Reforma Laboral. Desde allí comenzó a sobresalir por su intención de cambiar la arquitectura de los convenios colectivos de trabajo, lo que la llevó a enfrentarse duramente con Hugo Moyano. Un famoso cruce entre ambos en programa Hora Clave de Mariano Grondona todavía se puede ver en internet.

Non stop. Tras la caída de la Alianza, Bullrich lejos de alejarse de la política, armó su propio espacio político (Unión por Todos) y en 2003 se presentaba como candidata a jefa de Gobierno en la ciudad de Buenos Aires. Esas elecciones se definirían en segunda vuelta donde Aníbal Ibarra – Jorge Telerman, le ganaban a Mauricio Macri – Horacio Rodríguez Larreta. La boleta de Bullrich no haría mal papel en su debut electoral arañando el 10% de los votos porteños. En 2007 Bullrich daría un paso fundamental aliándose a Elisa Carrió para pasar a integrar la Coalición Cívica. En una historia tan reciente como olvidada, mientras Cristina Kirchner ganaba la presidencial (45,3%), la CC salía segunda en votos a nivel nacional con Elisa Carrió como candidata (23%) pero ganaba en ciudad de Buenos Aires con un escueto 15,3% que proyectaba a Bullrich como diputada nacional.

En 2009, en una época extraña tras el conflicto del kirchnerista con los sectores agropecuarios Bullrich y Carrió dan un inesperado giro a la centroizquierda para sumarse al Acuerdo Cívico y Social (radicales, socialistas y la CC entre otros). El ACyS la gana a nivel nacional al Frente para la Victoria por 650.000 votos, pero todos recuerdan la derrota del oficialismo en PBA, donde Francisco de Narváez y Felipe Solá le ganan nada menos que a Néstor Kirchner y Daniel Scioli. Sin embargo, al ACyS no le va bien en CABA, sale tercero en la lista que encabezaban Alfonso Prat Gay, y la propia Carrió. El premio consuelo fue ganarle al FpV que hace una de sus peores elecciones de su historia (11,6%), solo entró Carlos Heller.

Todo cambia. En 2011 Bullrich reelegía encabezando la lista de la CC, pero ya el marco político había cambiado, con el 54% de la reelección de Cristina, el kirchnerismo parecía “ir por todo”, incluso ganaba en CABA con la lista que encabezaba Roberto Feletti (29%), mientras que la CC alcanzaba apenas el 6,6%. Era hora de ir pensando un cambio de estrategia, porque en la ciudad de Buenos Aires había sido reelecto jefe de Gobierno Mauricio Macri con María Eugenia Vidal y la CC sacaba apenas el 3%. La polarización llegaba para quedarse. Bullrich lo percibió antes que Carrió, y en 2013 pasó a integrar Unión-PRO para dos años después encabezar la lista de Cambiemos en CABA, sacando casi el 47%, más de 20 puntos por encima de Axel Kicillof. Como se sabe no llegó a jurar esta vez, Macri la elegía como ministra de Seguridad, un lugar desde dónde terminaría de perfilarse en el bando de los halcones. Se puede decir que “La Piba” comenzaba a finalizar su travesía en el arco político argentino.

Con su discurso centrado en la seguridad y la mano dura para combatir el delito y el narcotráfico Bullrich fue trepando en el conocimiento del electorado a nivel nacional. Fue protagonista de discusiones ríspidas como las razones de la muerte de Santiago Maldonado o el caso Chocobar. Su postura fue siempre ponerse del lado de las fuerzas de seguridad, lo que le hizo ganar el rechazo de los garantistas y el respeto de Berni.

A la hora señalada. Si en 2019 parecía el triunfo de la moderación y el diálogo, en 2023 parece que será la hora de la antipolítica. Ahí Bullrich relojea una ventana de oportunidad. Todas las cartas parecen estar en manos de Horacio Rodríguez Larreta, pero confía en algunos atributos que el alcalde no posee: un discurso crudo y directo, centrado “su” tema: la seguridad, la posibilidad de una presencia continua en los medios de comunicación con una agenda claramente opositora sin tener que dar cuenta de las luces y sombras de una gestión de gobierno y una cosa que puede parecer asombrosa, muchos la siguen considerando peronista. No quizás en términos ideológicos, pero sí en cuanto a la forma de encarar la política. Ese combo la está impulsando en su imagen positiva en las encuestas de opinión. Su contra, la falta de carisma, y un estilo muchas veces áspero.

La pata económica es una debilidad, solo habla del tema en términos generales, pero sí sabe que no podría no podría compartir su gabinete con un gradualista, necesita alguien disruptivo, como ella misma confiesa. Por eso piensa en Javier Milei (¿candidato a vice?). Sin embargo, no puede prescindir del resto de la alianza de Juntos por el Cambio, una ruptura abriría el camino para el Frente de Todos, por más desgastado que llegue Alberto Fernández. Por eso medita cada paso que da, y que el “halconismo” no se pase de rosca.

Una PASO con Rodríguez Larreta puede ser una solución aceptable, siempre teniendo en mente la famosa interna Menem-Cafiero. Una candidatura para la Jefatura de Gobierno que no pudo alcanzar veinte años atrás sería una posible contraoferta del alcalde para evitar unas primarias peligrosas, ¿le puede llegar a interesar?

POLÍTICA

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2022-01-23T08:00:00.0000000Z

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