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La pesca ilegal no declarada depreda nuestros mares

Argentina debería luchar con más firmeza contra la sobrepesca que pone en riesgo un recurso natural de nuestro Océano. Pero un conjunto de intereses poderosos condiciona y bloquea la respuesta.

VALENTINA COUCEIRO

Las fiestas son siempre dos semanas intensas para la familia, entre Navidad, Año Nuevo y Reyes. Entre los entrantes y la sobremesa, se producen todo tipo de debates, y el que surge con más frecuencia es el del vegetarianismo y el medio ambiente. De hecho, las cenas familiares se están adaptando poco a poco a estas nuevas dietas vegetarianas o veganas. Algunos vegetarianos optan por comer pescado, pero ¿será más sustentable que comer carne? ¿Qué hay detrás del pescado que comemos, la pesca internacional legal e ilegal? ¿Por qué es tan costoso el pescado en países rodeados de mar?

Sobrepesca. “El gran problema del océano es la sobrepesca” dice Maximiliano Bello, investigador global en el think tank estadounidense The Wilson Center. El especialista en conservación marina Milko Schvarzmann, que trabajó durante 16 años como coordinador de campañas internacionales para Greenpeace, coincide con Bello y añade que “según la FAO, el 90% de las especies comerciales están al máximo de la explotación, sobre explotadas o colapsadas. (…) Los países del Norte están al límite de la explotación, y China también y por eso se dirigen a países donde todavía hay biodiversidad”.

Esto conduce a la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada (Indnr) principalmente en América Latina y África Oriental.

Los dos expertos afirman que esta pesca ilegal puede llevarse a cabo porque está subvencionada. “Una docena de países alrededor del planeta tienen la posibilidad económica de subsidiar a sus flotas para que pesquen alrededor del planeta en zonas de convenio o en la alta mar y esto está llevando a la perdida de los recursos”, subraya Bello y Schvartzman cita al ecologista marino Enric Sala para destacar que “el 56% de la pesca de la flota pesquera en aguas internacionales no es redituable sin estos subsidios”.

También señalan que la pesca Indnr no sólo procede de China, sino también de muchos países industrializados que se supone que apoyan los derechos humanos. Bello añade que “el subsidio genera además una diferencia

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tremenda entre los países que pueden pescar y los países que no tienen esa capacidad, llevando al colapso de la pesquería en países que en verdad viven de esos recursos. En América Latina, en África, tienen acceso a pesquerías de las que dependen diariamente millones de personas para su consumo básico y su seguridad alimentaria. En vez que los subsidios ayuden a las personas que probablemente necesitarían apoyo, los subsidios van para que las compañías hagan uso de alguna manera de esos vacíos legales para poder sobreexplotar los recursos de otros”.

OMC. Además del impacto económico y social que la sobrepesca legal e ilegal subvencionada tiene en las economías en desarrollo, las condiciones a bordo de los buques son deplorables. Schvartzman dice que estuvo a bordo de estos barcos y ha visto a trabajadores chinos en condiciones similares a las de hace 300 años. Está claro, advierte, que las políticas oceánicas deben cambiar y ser más estrictas.

Sin embargo, estas cuestiones se llevan debatiendo en la OMC desde hace 20 años y los cambios han sido mínimos. “Uno de los problemas de la OMC es que buscan decisiones por consenso y así se desvalúa tanto el objetivo de los acuerdos que al final no sirven para nada”, sostiene el ex integrante de Greenpeace. Los grupos de presión de las empresas subvencionadas y los países con intereses en estas pesquerías también se han mostrado reacios a realizar cambios significativos.

Por otro lado, los países en vías de desarrollo que disponen de estos recursos permiten en cierta medida que se realicen actividades ilegales por presión económica. Schvartzman ilustra este fenómeno con la relación que tiene China con Argentina: “China es el principal comprador de las exportaciones de Argentina, ejerce entonces una presión con respecto a la pesca. Por otro lado, Argentina nunca ha hecho una protesta diplomática de alto nivel. La Armada combate la pesca ilegal, pero al mismo tiempo la cancillería deja que ocurra el problema de la pesca ilegal y no se detenga.”

Bello, por su parte, añade que no hay coordinación entre los países latinoamericanos o africanos que sufren esta pesca ilegal porque estos mismos países tienen acuerdos con países que sobreexplotan sus zonas de explotación exclusiva.

Tampoco las sanciones económicas contra esta pesca depredadora son lo suficientemente fuertes como para cambiarla. Schvartzman muestra la ironía de las sanciones económicas con el ejemplo de la UE que “tiene el sistema de tarjeta amarilla y tarjeta roja para castigar a algunos de sus proveedores de productos marinos como Panamá o Taiwán, pero al mismo tiempo subsidia a las empresas europeas para que

Además del impacto económico de la sobrepesca, las condiciones a bordo de los buques son deplorables

sobrepesquen. Además, “en general la UE solo les saca tarjetas amarillas a países muy pequeños en desarrollo. Nunca le saca la tarjeta amarilla a China, por ejemplo, que es el mayor violador de pesca y derechos humanos en las embarcaciones”.

Sin embargo, existe la esperanza de que esto cambie a medida que los consumidores se interesen más por la trazabilidad y las condiciones de pesca. Además, a principios

“China es el principal comprador de las exportaciones de Argentina” dice Schvarzmann

de este año la OMC organizará una nueva cumbre ministerial en Ginebra. Según Schvartzman; “el último borrador de declaración da cierto optimismo”. El texto prevé la prohibición de las subvenciones a cualquier tipo de actividad pesquera en zonas no reguladas, lo que supondría un verdadero cambio en el agua, ya que las subvenciones son la principal causa de esta crisis. ■

EL OBSERVADOR

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2022-01-23T08:00:00.0000000Z

2022-01-23T08:00:00.0000000Z

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