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Acciones corporales con potencia política

las responsables de la edición 2021 presentan la programación, que en esta ocasión se extiende a lo largo de cinco meses.

ANALíA MELGAR

Del 19 de noviembre de 2021 al 16 de abril de 2022, se desarrolla la cuarta edición de la Bienal de Performance. En diversos espacios de Buenos Aires –muchos al aire libre–, se despliega la programación nacional e internacional. Tres son las cabezas de este menú sostenido por varios fondos –Fundación Santander y Mecenazgo Buenos Aires, entre ellos–: Graciela Casabé (dirección general), Maricel Álvarez (curaduría de la programación artística) y Susana Tambutti (dirección académica).

Las entradas son gratuitas y requieren de inscripción. Los eventos más cercanos en estos días son: Soy tu performer

(de Iván Haidar), el 22 y 29 de enero a las 15.30, una acción de cinco horas de duración en el Teatro San Martín; y Algunas notas para inventar otros mundos (de La mujer mutante-Victoria Roland y Juan Coulasso), el 27, 28, 29 y 30 de enero a las 16.30, horario de inicio de un largo recorrido a pie por Capital Federal, acompañado de un relato sonoro.

Casabé explica la peculiar duración de la edición: “Viendo la situación sanitaria, elegimos un nuevo planteo en términos de duración y de uso del espacio público. Durante los cinco meses que dura esta edición, todas las semanas tendremos la posibilidad de conocer una obra artística o participar de un evento académico diferente; cerramos con los proyectos seleccionados de la convocatoria”.

Terreno propicio para la experimentación, la performance tiene una definición abierta. “Se trata de un dispositivo interdisciplinario, un arte expandido, no canónico ni normativo, que busca transgredir los modelos ya prescritos para re-inventarse, re-definirse y revitalizarse permanentemente”, dice Álvarez. Y continúa: “Orbita alrededor del cuerpo, de los cuerpos, en toda su potencia y en todas sus formas (física, política, poética). Se nutre tanto de las disciplinas que conforman el espectro de las artes escénicas (música, danza, teatro) como de las artes visuales (cine, arquitectura, diseño)”.

Pese a lo escurridizo de las definiciones, hay algo preciso en la performance, “Por su potencial crítico y por poner en circulación muchas veces preguntas incómodas, la performance es una práctica esencialmente política. El activismo contemporáneo –desde los movimientos de mujeres hasta las acciones de concientización sobre la emergencia medioambiental– hace uso de las herramientas expresivas de la performance y es así como se asocia esta práctica con las manifestaciones sociales. La performance es la expresión del espíritu de su época, inconformista e inquieto, de las manifestaciones de resistencia y celebración, de un gesto provocador, profundamente político y lúdico. Asimismo, históricamente ha sido un espacio en el cual se expresaron y visibilizaron los discursos de minoría (minorías sexuales, raciales, de género, enfermos de SIDA, migrantes). Género y sexualidad son ejes conceptuales presentes en las discusiones contemporáneas. Una plataforma que plantea nuevas formas de mirar el mundo y que cuestiona la norma como es la performance es propicia para expandir, desde el arte, la reflexión”.

El hacer de la performance no está escindido del pensar(se). Por eso, dentro de la Bienal hay una sección cuyo objetivo es, según explica Tambutti, “establecer vínculos entre el pensamiento crítico y las prácticas educativas, así como también generar otras formas de vincular el binomio arte-educación. Lo que se cree “académico”, por lo general, es pensado con un grado de estabilidad que la performance problematiza desde el momento que intenta ejercer una interpelación activa y dinámica a los procesos de la educación formal”.

PLATAFORMAS / ARTES

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2022-01-23T08:00:00.0000000Z

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