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Dos temas actuales

RAúL H. ÁLVAREZ

En los últimos tiempos los temas predominantes fueron los altos índices de inflación y las ganancias inesperadas que atribuyen a unos pocos como consecuencia del conflicto bélico entre Rusia y Ucrania. Hubo dos películas que abordaron esos temas: una referida al inicio de la inflación en la Argentina y otra a los que aprovecharon para hacerse ricos durante la Segunda Guerra Mundial.

La calle grita, dirigida por Lucas Demare, narra una historia que se inicia en 1945 (el año en que comenzó la inflación que llegó hasta nuestros días) cuando un renombrado economista (Enrique Muiño) presenta su libro titulado Guerra al déficit que pone el foco en el peligro de que no cierren las cuentas en el fisco y que eso traiga como resultado un alarmante aumento de precios. El tecnócrata sostiene que “el déficit es un cáncer en la vida de las personas” y que “se vive de lo que se es capaz de producir y no de lo ajeno”. Una de sus empleadas (Patricia Castell), que aspira a conseguir un aumento de sueldo para cubrir la suba de los precios, conoce a un vendedor ambulante (Ángel Magaña) que finge ser su novio, para anunciarle a su patrón que piensa casarse y que su salario no alcanzará para cubrir sus gastos mensuales. Ante este planteo el economista escribe en un pizarrón los gastos estimados para alquiler, ropa, comida y diversiones y se inicia una disputa cuando los datos allí anotados no coinciden con los de la vida real al ser cotejados con los precios de la feria y los de los avisos que ofrecen departamentos para alquilar. Lo interesante de la historia es que aparece por primera vez en el cine la palabra inflación, que entonces la mayoría de las personas no la habían oído. Otro detalle es que el economista es consultado por un ministro porque la balanza de pagos es deficitaria y por la cocinera a quien la inflación afecta en su economía doméstica.

La guerra la gano yo, de Francisco Mugica, expone a un almacenero (Pepe Arias) que se abusa de sus clientes anotando en la libreta artículos que no llevaron o cobrando más gramos de azúcar que los que indica la balanza. Al estallar la guerra compra neumáticos en cantidad, y cuando se raciona su venta los vende a precios sobrevaluados. Algo parecido hace con el manganeso, un elemento muy demandado durante la guerra. Su oportunismo es criticado por sus relaciones. Su mejor amigo le dice: “Para enriquecerme así yo prefiero seguir siendo pobre”. El almacenero recapacita y trata de enmendarse cuando se entera de que su hijo viajó a bordo de un buque que es hundido en un bombardeo. Sin embargo, la gente descree de su actitud y finalmente pierde el respeto de su entorno.

CULTURA

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2022-05-15T07:00:00.0000000Z

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