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Perfume de melodías

Como esperando la noche Autor: Fidel Sclavo Género: ensayo Otras obras del autor: Yo soy el que no está Editorial: Vademecum, $ 1.000 RODOLFO EDWARDS

Se los suele llamar “artistas de culto”, son venerados por feligreses incondicionales que resguardan el rito. Robert Johnson, Syd Barret, Jim Morrison, Nick Drake, Skip Spence, Cazuza, Tanguito, Mezo Bigarrena, Eduardo Mateo, entre otros tantos, integraron ese seleccionado. Tocados por un halo de santidad y maldición, cerrajeros alucinados que abrieron cajas de pandora, liberando energías increíbles pero peligrosas, terminaron vampirizados por su propio arte. El músico uruguayo Eduardo Darnauchans entra cómodo en esa categoría, por el perfume de sus melodías, la entonación dramática de su canto y la belleza crepuscular de su poesía.

El pintor y diseñador gráfico Fidel Sclavo es el autor de Como esperando la noche. Memorias sobre Zurcidor y Eduardo Darnauchans. Si bien está centrado en Zurcidor, el cuarto disco de Darnauchans, publicado por el sello Sondor, en 1981, el libro es una colección de epifanías, escrito con una prosa tersa que se desliza armoniosamente, bendecida por el cariño y la evocación. Sclavo reconstruye, con conocimiento de causa, cómo era ser joven en aquellos años grises cuando las dictaduras se enseñoreaban a uno y otro lado del Río de la Plata.

Los periplos vivenciales de Darnauchans incluyen una temporada en la provincia de Buenos Aires, en la ciudad de La Plata, en el límite con Berisso, cuando se propuso cursar la carrera de Letras, en la Universidad Nacional de La Plata, ya que en su país estaba imposibilitado de hacerlo por su militancia política. El 23 de junio de 1973 se había producido un golpe de Estado en Uruguay, y en febrero de 1974, Darnauchans cruzó el charco junto al poeta Eduardo Milán.

Cuando le propusieron escribir un libro sobre Darnauchans, Sclavo no se sentía capacitado, tenía una gran resistencia a hacerlo, pero finalmente se animó: “No sé si soy el más indicado para escribir este libro. Seguramente no (…) Por momentos me entusiasmo y agarro

Sclavo diseñaba las tapas de los discos de Darnauchans, fue un amigo entrañable del cantautor oriental. Vecinos en Tacuarembó, compartieron lo más sagrado de la juventud, los descubrimientos y los primeros asombros.

viento a favor (…) De a ratos se me viene una nube encima, donde no puedo ni quiero seguir recordando momentos del amigo que no está”, comenta sobre su proceso de escritura.

Sclavo diseñaba las tapas de los discos de Darnauchans, fue un amigo entrañable del cantautor oriental. Vecinos en Tacuarembó, compartieron lo más sagrado de la juventud, los descubrimientos y los primeros asombros: “Pasábamos muchas horas en el cuarto de mi casa, refugiándonos en lo que sabíamos podía cambiar el mundo: las canciones. Las de otros, y las propias, suyas, que iban registrándose en un grabador de casete Philips verde”.

Entre discos de Bob Dylan, Donovan, Almendra, Caetano Veloso y Secos & Molhados, y libros de Jack Kerouac y Allen Ginsberg, fueron craneando una mística barrial pero universal, junto a otros hijos pródigos de Tacuarembó como los poetas Washington Benavides y Víctor Cunha, que fueron musicalizados por Darnauchans. En Zurcidor hay temas que se transformarían en clásicos como “Buenas noches” y “Balada para una mujer flaca”, muestras del enorme talento de un trovador que supo dibujar en la oscuridad destellos de luz que aún nos iluminan.

CULTURA

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2022-05-15T07:00:00.0000000Z

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