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Formas de habitar

Jérôme Lindon. El autor y su editor Autor: Jean Echenoz Género: biografía Otras obras del autor: Me voy, Al piano, Correr, Relámpagos Editorial: Nordica, $ 1.295 Traducción: María Teresa Gallego DIEGO ZAPPA

9 de enero de 1979 – 12 de abril de 2001. Entre esas dos fechas que Jean Echenoz recuerda en las calles de París bajo la nieve en una hora imprecisa y en una mañana con un cielo gris que anticipaba la lluvia y la forma de la tristeza, transcurren las 66 páginas de Jérôme Lindon El autor y su editor, el retrato que el autor de Meridiano de Greenwich le dedicó al entonces director de Les editions de Munuit y responsable de publicar entre otros a Alain Robbe-Grillet y a los ganadores del premio Nobel Samuel Beckett y Claude Simon. Y una particularidad: estamos acostumbrados a leer las memorias de los editores, un género crepuscular que abarca tanto la confesión testimonial como el homenaje funerario, el balance de la experiencia editorial, la intensión testamentaria y en algunos casos el gesto solipsista de la autocelebración. Más infrecuentes son los libros donde los escritores pasan el escáner a la parte recordada de su vida junto a su editor (y de alguna manera, mentor en este caso) y eso es lo que hace a la particularidad de este “librito” de Echenoz: el trazo de un perfil y una manera de vivir la edición marcado por la relación de años , un cincelado trabajado por el afecto del trato personal que las condiciones actuales de concentración del mercado editorial y las posibilidades de autogestión que permiten las nuevas tecnologías, hacen que se encuentre hoy, (casi) desaparecido: un editor que es un lector que ve en el manuscrito de un joven autor aquello que otros no, esa llama de talento que a veces se oculta tras la dureza de las palabras y que por ese motivo se arrojan al canasto de los rechazos rutinarios, un editor “que desaconseja más que aconseja”, que aborrece ser tomado como un confesor o el “sustituto de un padre”, que discute el buen uso de las comas y que establece una forma de trabajo que requiere de una monotonía calculadamente espartana hasta el límite de elegir siempre el mismo restaurante donde se almuerza, se habla de literatura y de aquellas cosas que conviene evitar en una carrera de largo aliento y que, sugestivamente, cambia de ámbito y paisaje para explicar los motivos de un rechazo, tal vez, porque algunas relaciones necesiten de gestos reconocibles para mantener las formas, dos tipos de sonrisas, la clave a decodificar y el mensaje anticipatorio que en este caso nada cuesta pensar que – y a pesar que Jerome mirase con desdén la relación de la literatura con el cine- el escritor comparte con el imaginario de los viejos espías de celuloide.

Jerôme Lindon se lee como se mira un viejo álbum familiar donde aparece la figura del amigo. Pero acaso lo más interesante de su lectura exceda el reflejo nostálgico de la remembranza y este en el misterio de la entre línea, algo que ya se ha señalado aquí: los cambios que desde la muerte de Lindon se profundizaron en la industria editorial y que (y permítaseme aquí el beneficio de la duda) han vuelto casi extinta, no solo una manera de pensar la literatura, sino ya, una forma de habitar en el mundo.

Se lee como se mira un viejo álbum familiar donde aparece la figura del amigo. Pero acaso lo más interesante de su lectura exceda el reflejo nostálgico de la remembranza y este en el misterio de la entre línea

CULTURA

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2022-05-15T07:00:00.0000000Z

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