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Pocos ricos, muchos pobres

La desigualdad y la lucha de clases en el país

¿El 99% contra el 1%?

Mariana Heredia

SXXI Editores

Septiembre de 2022

La Argentina seguía enfrentando dificultades para sostener su crecimiento, los ingresos habían sufrido una larga caída y más de la mitad de los niños eran pobres. En este marco, la pandemia del covid-19 multiplicó las razones para acumular frustración. Para algunos, la furia se concentraba en las clases altas y la actitud de algunos de sus miembros contribuía a acicatear la indignación. Durante el verano de 2020 un grupo de rugbiers, un deporte cultivado por las familias tradicionales había asesinado a golpes a un joven de origen humilde. Poco más tarde, en medio de la crisis sanitaria y económica, algunas de las parejas más ricas del país se mostraban paseando por Miami o París mientras sus compatriotas tenían que cerrar comercios o cesar sus actividades para cumplir con el aislamiento. Otros argentinos se enfurecían contra los políticos y no faltaron incidentes para irritar el encono. Un disgusto generalizado estalló al comprobarse la distribución de vacunas a dir igentes y amigos del poder, mucho antes que al personal de salud o a la población de alto riesgo. Muchos volvieron a indignarse ante las fotos de una fiesta en la Casa de Gobierno, tomada en el mismo momento en que los ciudadanos tenían prohibido reunirse, incluso para velar a sus muertos. Y así podríamos seguir sumando anécdotas sobre la prepotencia, la desidia, el egoísmo de las minorías que concentran la riqueza y el poder.

Tan viejo como la desigualdad, este rencor se exacerba en momentos de ruina generalizada. Cada escándalo contribuye a reafirmar la oposición contra ellos, los privilegiados, los que siempre ganan y se ríen de nosotros. Aunque muchas veces celebren su fortuna y su poder, en circunstancias críticas los diarios, las redes sociales, hasta los programas de indiscreciones excitan la ira contra estos círculos que aparentan seguir como si nada mientras el mundo se desmorona. Renace entonces la oposición entre las élites y el resto. De un lado, los ricos y poderosos reducidos al egoísmo y la avidez. Del otro, las mayorías unidas en la fraternidad y la honradez de quienes sufren privaciones. Sobre este contraste, la indignación reserva al otro todos los pecados y le opone un nosotros unido en la virtud. Un mar de riqueza y poder distancia a la gente desvalida y a aquellos que serían los únicos artífices de su destino y del de todos los demás. ¿Quiénes son esos seres que acumulan riquezas, concentran ventajas y ejercen la dominación? ¿Dónde se sitúa la justa línea que nos separa? Tras explorar los múltiples esfuerzos de delimitación ensayados por la academia y la política, este libro se opone a la idea de contraste y ajenidad que les sirve de fundamento. Aunque sea menos evidente que en el pasado, las élites están lejos de haber roto amarras con el resto de la sociedad, y aproximarse a ellas nos revela que las demarcaciones taxativas son engañosas. Si las clases altas interesan es porque participan de desafíos que las trascienden, y esos desafíos involucran mucho más que a las minorías ubicadas en la cima. En naciones de alta movilidad social como la Argentina, un libro sobre las élites es también una reflexión sobre los modos en que se organiza y conduce la ambición. Todos los seres humanos nos relacionamos con la materialidad de este mundo, nos comprometemos en acciones con otros, cultivamos alguna reputación. Buscamos, en suma, con mayor o menor éxito y recato, conquistar solvencia económica, bienestar, autoridad y prestigio. Mientras los escándalos se suceden, un manto de silencio y confusión cubre los mecanismos que permiten acumular riqueza, poder y celebridad y que no solo los miembros de la élite conocen y cultivan. (…)

Las desigualdades sociales y el estallido de la sociedad

Ante sentimientos tan fuertes, es difícil para las ciencias sociales definir un referente y encontrar un término que no esté connotado. Oligarquía, alta sociedad, burguesía, clase alta, grandes empresarios, establishment, casta política, clase dominante, ricos se entremezclan sin mayores precisiones. Una forma de ordenar la discusión es partir de la noción más general y neutra, para ir calibrándola con el análisis. Si bien conviven dentro de las ciencias sociales diversas tradiciones, el concepto élite se ha ido afirmando a la hora de designar a las minorías que concentran riqueza y controlan los principales resortes de poder.

En los discursos públicos y políticos, los ricos y poderosos se erigen como el vértice al que remiten las desigualdades sociales contemporáneas. Ahora bien, como diría Erik Olin Wrigh (2007), “Si clase es la respuesta, ¿cuál es la pregunta?. Al señalar a los ricos o al 1% como el polo ventajado de “la” desigualdad social, con una frontera y una categorización válida de una vez y para siempre, presuponemos la existencia de un solo problema, una única

Tan viejo como la desigualdad, este rencor se exacerba en momentos de ruina generalizada

DOMINGO

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2022-10-02T07:00:00.0000000Z

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