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Política, derechos humanos y fútbol

El Mundial de Qatar será recordado como el de mayor peso político de la historia. Puede superar, incluso, al que se disputó en la Argentina en 1978, una Copa del Mundo que se había convertido en el paradigma de las violaciones a los derechos humanos en medio de la celebración de la fiesta del fútbol.

Porque lo que se vivió en 1978 fue enmarcado en los condicionamientos de la Guerra Fría: la geopolítica internacional podía ser flexible si los torturadores eran occidentales y anticomunistas. En cambio, el campeonato qatarí se ha convertido en una prueba cabal de la hipocresía de la FIFA: la élite del fútbol mundial puede ser permeable si los violadores de derechos humanos están recubiertos de petrodólares.

Si Videla entregó la Copa luego de una final que se celebró a muy pocos metros del más emblemático centro de tortura del genocidio argentino, la competencia que ahora se desarrolla por primera vez en un país musulmán demuestra que, a la hora de realizar negocios, a la FIFA no le importa si hubo decenas de muertos en la construcción de estadios, si las minorías sexuales son oprimidas o si las mujeres tienen menos derechos que los hombres. Bienvenidos al Mundial de la Era Medieval.

La prueba más cabal de tanta insensatez se produjo esta semana cuando la selección de Alemania posó para la foto previa del inicio del partido ante Japón y los jugadores se taparon la boca en señal de protesta ante la amenaza que lanzó la FIFA contra los futbolistas de países de Europa, que tenían previsto utilizar una cinta con el mensaje “One Love”, en apoyo a la comunidad LGTB+. En Qatar la homosexualidad es un delito.

Manuel Neuer, arquero y capitán de Alemania, no pudo salir al campo de juego con el brazalete multicolor en apoyo a la diversidad sexual porque la FIFA se lo prohibió. Entonces usó uno que dice: “No a la discriminación”, como ya lo había utilizado en este Mundial Harry Kane, emblema de la selección de Inglaterra. Pero en la previa al comienzo del encuentro, uno de los representantes de la organización del certamen lo obligó a quitarse la insignia acusando que no estaban permitidos “mensajes políticos” en la Copa del Mundo.

No es la primera vez que sucede. El caso más claro de apoyo político que la FIFA concedió a una dictadura fue en 1978. En Derechos humanos, política y fútbol, Marina Franco demuestra que desde el golpe de 1976, la junta militar intentó diversas operaciones ideológicas tendientes a la construcción de consenso para contrarrestar lo que denunció como una “campaña antiargentina”, y el Mundial fue su punto máximo.

Según la historiadora, investigadora del Conicet y docente de la Universidad de San Martín, el boicot que sufrió el Mundial de Argentina tuvo epicentro en Francia con la formación del Comité de Boycott du Mondial de Football en Argentine (COBA).

El COBA extendió sus actividades a través de campañas y conferencias de prensa, reuniones informativas en barrios y empresas y la publicación de una serie de materiales de difusión denunciando la situación argentina bajo la consigna: “¿La Copa del Mundo en Argentina se hará entre los campos de concentración?”.

En la comunidad de exiliados del régimen argentino hubo un debate muy profundo sobre cómo actuar frente al boicot. Una parte de los críticos de la dictadura sostenía que el Mundial podría ser un beneficio para los argentinos y una celebración de una “fiesta popular”. Montoneros, por caso, propuso una “tregua” a los militares durante la Copa y a la vez consideraba que la realización del evento podría ser una forma de mostrar la “verdadera situación” y de reforzar la “ofensiva” contra la dictadura.

Montoneros sostenía que el Mundial permitiría que “el mundo se asome al país y observe la realidad que bulle tras los afiches turísticos: una realidad hecha de dominación económica y represión sangrienta pero labrada también por la lucha del pueblo y la esperanza en un futuro de paz y libertad”.

Pero la organización peronista erró en su pronóstico: el Mundial representó una victoria política para los militares argentinos. La misma victoria política que está representando para los jeques árabes qataríes.

Porque los derechos humanos, la política y el fútbol pueden establecer una alquimia muy potente para los que detentan el poder.

POLÍTICA / IDEAS

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2022-11-27T08:00:00.0000000Z

2022-11-27T08:00:00.0000000Z

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