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“BIBI”.

ciento de los votos y catorce bancas en el Parlamento. Luego se apartaron tácticamente durante las duras negociaciones para formar gabinete, pero se da por descontado que seguirán de la mano tanto en la Knesset como en el Ejecutivo).

Sin embargo, el primer día de noviembre los sectores ultra más tradicionales (los sostenedores de los asentamientos, los bolsones racistas o los ultra-religiosos) se licuaron con los habituales votantes del Likud (felices con el populismo de “Bibi”) y muchos de aquellos que forman parte de la “derecha light” y que en marzo del 2021 votaron por Naftali Bennett, quien pudo convertirse en primer ministro en junio de ese año gracias a una alianza antinatural con el centroizquierdista Yair Lapid.

Así las cosas, hoy están a punto de asumir el poder en Israel Netanyahu y sus socios de casi siempre: los partidos religiosos menos extremistas y sus nuevos amigos del ultranacionalismo, un sector que permanecía más o menos escondido desde el asesinato en 1994 del entonces primer ministro, Itzkak Rabin.

A fines de noviembre, el derrotado Lapid resumió con un vaticinio la sensación que embarga al “otro” Israel, el de las startups de tecnología súper sofisticada, los desfiles gay, la cosmopolita Tel Aviv y de los productores más “cool” de Netflix, los que toman capuccino en oficinas de WeWork y escriben los capítulos de Fauda o Teherán.

Israel, advirtió Lapid, se dirige a convertirse en “un estado halájico”, es decir, un país donde las reglas provienen de la Halajá, el conjunto de leyes judías orales y las escritas en la Torá y otras obras antiguas.

Si los ayatollah pueden gobernar tranquilos en Irán con un sistema judicial basado en la Sharía, ¿por qué Israel no podría hacer lo mismo con la Halajá?, se preguntarán seguramente los seguidores de Smotrich, Ben-Gvir y los líderes de los partidos religiosos que apoyan a Netanyahu y formarán parte de su gobierno.

Es cierto que, desde hace mucho tiempo, en la mayoría de las ciudades en Israel no circulan los autobuses durante el Shabat, que hay una tiranía del kosher y tampoco existe el matrimonio civil. Pero un “estado halájico” bajo Ben-Gvir y Smotrich puede ser peor, mucho peor.

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2022-11-27T08:00:00.0000000Z

2022-11-27T08:00:00.0000000Z

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