Kiosco Perfil

Los libros que viven con uno

de Rayuela, sin tapas. Un peso también costaba una cerveza en el kiosco.

Cuando me vine a vivir a Buenos Aires, toda mi mudanza fueron unas cajas con libros y una olla Essen. Y las librerías de saldo de calle Corrientes, la misma promesa de felicidad que los circos y los parques de diversiones que acampaban en mi pueblo cada año, cuando era chica. En esas primeras excursiones compré las tres novelas de Feiling que había publicado Biblioteca del Sur y que serían inconseguibles hasta hace poco, que se reeditaron. También, en una de viejo, El corazón es un cazador solitario, de Carson McCullers, en la edición de Bruguera, esos libros de colores chillones con lomos negros, de tapa dura. también un orden de tamaño, de grosor y estatura, de posición vertical y horizontal. Mis viejos libros en castellano encontraron alineamientos caóticos, y la gauchesca se mezcla con los viejos clásicos de Austral, por ejemplo. Mi última o penúltima disposición o tratado de recursos de no urgencia consistió en armar hileras de lo que llamaba acordes armónicos, una idea sacada, creo, de una enumeración de esa laya que aparece en La verdadera vida, de Sebastian Knight. Es un criterio malicioso y arbitrario en extremo. ¡Qué palabra “criterio”, del nombre de la revista de Eliot a la recelosa editorial local! En los distintos regímenes de territorialización bibliómana, dentro de los que ocurrieron también revueltas y revoluciones, separé pares y parejas que creí inseparables, a Fourier de Saint Simon (revolucionario) y al Duc de Saint Simon de tantas extraordinarias gallaretas epistolares del siglo XVII. A Osvaldo Lamborghini y a César Aira, alguna vez unidos por esos destinos inextricables que signa la amistad. A James Joyce de Samuel Beckett y Ezra Pound. Para mi consuelo nocturno y horizontal, fantaseaba que estas mutaciones de orden doméstico conformaban a su vez una historia de la literatura propia, con intervenciones intempestivas; Of Growth and Form, de D’Arcy Thomson, después de haberse habituado a la vecindad de Darwin y Galton, ahora condescendía a estar hombro a hombro con Guy Davenport.

CULTURA

es-ar

2023-02-05T08:00:00.0000000Z

2023-02-05T08:00:00.0000000Z

https://kioscoperfil.pressreader.com/article/283034058727808

Editorial Perfil