Kiosco Perfil

Una biblioteca

Mi biblioteca debería tener un cartel que diga: “Se prestan libros”.

Sería un nombre adecuado para los tres muebles de madera –uno empotrado en la pared, que voy a perder cuando nos mudemos– y el cristalero improvisado que fue paulatinamente siendo tomado por los libros, más las montañas de volúmenes arriba y abajo del escritorio, que se reproducen como células cancerosas en cuanto recoveco de la casa se puedan llegar a expandir. El resultado es siempre el mismo: libros por todos lados.

Eso no cambia que si otra persona se para adelante de mi biblioteca pueda ver los libros que tengo, pero si soy yo quien se para, enseguida puedo darme cuenta de todos los libros que ya no están. Por esto de ir repasando los que presté y no me devolvieron nunca, me juré mil veces no volver a prestarlos, pero ni yo me lo creo. ¿Hay algo más lindo que compartir lecturas? Así que el cartel “Se prestan libros” sería un sinceramiento conmigo misma, que a veces busco alguno de esos que llegué a comprar dos o tres veces –los cuentos completos de Onetti, Glosa y La grande de Saer, Distancia de rescate de Samanta Schweblin, Enero de Sara Gallardo, solo por nombrar algunos que nunca encuentro–. Enseguida me prometo no reincidir como prestamista pero vuelvo a fallar, porque me termino dejando llevar por la emoción y nuevos libros vuelven a irse en algunas manos lectoras y amigas.

(…)

Cuando presté Glosa pensé que iba a volver, pero también me había pasado lo mismo con Lo imborrable. Pero esta vez no me resigné, le pedí a mi amigo Caballo

Loco que me lo devolviera, se lo pedí varias veces e incluso fui hasta su casa a buscar Glosa –lo que es todo un esfuerzo porque Caballo vive en Tigre y ahí los sauces que bordean el río hacen que el tiempo transcurra de una forma muy particular y que una se vaya quedando en esa ribera, sin voluntad y sin fuerza para regresar–, pero fue imposible. Me acuerdo de cómo al rato de haber llegado a su casa él fue esgrimiendo como armas cada uno de sus 109 argumentos: Yo me merezco este libro más que vos. Este no es un libro de literatura, es un tratado de filosofía, no se puede ir de acá. Es un libro que va al trote sobre el tiempo, además yo lo leí por primera vez y vos me dijiste: ¿Viste cómo habla de la dictadura? ¿Viste esto y lo otro? Y a mí me pareció que no había entendido nada, que yo había leído otra cosa, así que lo tuve que releer, y lo terminé releyendo muchas veces. Cada vez me gusta más. No existe la lectura, existe la relectura. Y ya va siendo imposible devolvértelo. Lo lamento, nena, es así.

CULTURA

es-ar

2023-02-05T08:00:00.0000000Z

2023-02-05T08:00:00.0000000Z

https://kioscoperfil.pressreader.com/article/283128548008320

Editorial Perfil