Neil, el de la cicatriz sobre la ceja izquierda

Hay un museo en Newcastle, en Inglaterra, que recoge elementos históricos de la región. Muchísimos elementos. Tantos que, como dicen orgullosamente sus directivos, están almacenados en estantes que suman casi catorce kilómetros de largo. Hasta tienen en exhibición el Turbinia, el primer barco propulsado por una turbina de vapor. Entre sus colecciones de artefactos históricos que recorren los hechos e historias de la zona desde el siglo XII se destaca una de fotografías que alguien encontró en un cambalache y donó al museo. Son decenas de imágenes tomadas a personas arrestadas durante la década del ‘30 por la policía local. Se la conoce, precisamente, como Criminal faces of Newcastle, las rostros criminales de la ciudad, o las caras de los delincuentes que vivieron en aquellos años en el lugar. Nadie sabe cómo llegaron a la tienda de baratijas, ni siquiera a qué comisaría pertenecían. Pero las fotos fueron recogidas con alegría por los curadores y ahora forman una de las colecciones destacadas del grupo de los Tyne & Wear Archives & Museums. Algunas se pueden ver online y evocan los mugshots (las fotos de prontuario) de los personajes que inspiraron “Peaky Blinders”.

Lo triste, en todo caso, es que prácticamente no hay información sobre estos criminales, la mayoría de ellos arrestados por pequeños robos y estafas. Son apenas rostros que alguna vez se habían entregado a la piedad del olvido analógico y a los que ahora internet devolvió a una imparable crueldad digital. Solo sabemos que alguna vez cometieron algún delito y nada más sobre sus vidas.

Frente a eso, por ejemplo, ¿cómo puede defenderse, casi cien años después, Neil Quinn, un labourer (obrero) que fue atrapado por hurto en una época de fuerte crisis económica y social? Sin embargo, ahí está Neil, mirándonos a los ojos desde la ficha del prontuario (“nacido en 1907”, “cicatriz sobre la ceja izquierda”), respondiendo todavía por un delito de hace un siglo.