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Hombre con sombrero (y minifalda)

LAURA ISOLA

Un día, Flávio de Carvalho se puso un sombrero y salió a caminar. No cualquier atuendo, sino uno verde, y tampoco un día cualquiera. Fue en Corpus Christi, el 11 de junio, pero de 1931 y por las calles de San Pablo. Ataviado con su excéntrico gorro, en contra de lo que el protocolo de la celebración de la Eucaristía propone, y a contramano de la multitud católica, se lanzó a una experiencia, su llamada Experiencia N° 2, para ver qué pasaba con semejante conducta.

Puso “el cuerpo” en Corpus Christi y casi lo linchan. Enfurecidos por tal ofensa, los participantes se enojaron mucho con el artista brasileño que si no fue el que la inauguró seguramente es uno de los primeros en pensar en términos de performance, al tiempo que habilita la posibilidad del arte contemporáneo en su país y ata las relaciones entre el modernismo y la segunda vanguardia de los años 60 y 70.

Pero Flávio salió a pasear otra vez. En minifalda, en 1956, por las mismas calles que lo habían visto al borde de la muerte a manos de fervientes fieles. En esta oportunidad, va a favor y acompañado por otros hombres de traje en la presentación de su Experiencia N° 3 o New Look. Un conjunto de tres piezas, blusa, falda y sandalias, un traje para los hombres que viven en el trópico, que evitaría, en caso de usarlo, la acumulación del calor corporal por la evaporación del sudor. En definitiva, andar fresco. Ambas experiencias podrían enmarcarse en su participación en el movimiento Antropófago, fundado por Oswald de Andrade, y su coautoría en el ensayo La ciudad de los hombres desnudos en el IV Congreso Panamericano de Arquitectura, en Río de Janeiro (1930). Ahí planteaba su ciudad del futuro para los trópicos: sin Dios, ni propiedad, ni matrimonio. Tampoco pantalones ni corbata, parece.

CULTURA / ARTE Y ACTUALIDAD

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2023-03-26T07:00:00.0000000Z

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