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El pudor de (la viuda) del pornógrafo

LAURA ISOLA

A Stalin no le hubieran gustado nada. Tampoco, a los oficiales que lo detuvieron en la frontera entre México y Estados Unidos para revisarle el equipaje. Porque en la valija, Serguéi Eisenstein (Riga, 1898-Moscú, 1948) llevaba unos dibujos que, por lo menos, eran provocativos. Realizados por él mismo durante su viaje a América del Norte, Estados Unidos y México, en la década del 30, los papeles que contienen escenas de sexo explícito, mayormente en color negro, pero con toques de rojo o azul, realizados en papelería de hoteles, muestran una imaginación que combina géneros y especies en las múltiples formas de apareamiento y de satisfacción del deseo.

No es extraño ver dibujos del genial director ruso, ya que hizo miles mientras usaba al comunismo soviético como excusa para experimentar en nuevas técnicas cinematográficas. Bosquejó escenografías y delineó historias con la precisión de un historietista. Admiraba las películas de Walt Disney de las cuales dijo que eran la gran contribución de esos gringos al arte.

Estas piezas eran algo mucho más personal. Fueron celosamente custodiadas por Pera Atasheva, la viuda que donó todo el archivo del director menos esta parte que siguió en manos del director Andrei Moskvin. En los años 90 fueron cedidas por los herederos y no están vinculadas al trabajo ni siquiera a la creación en términos de lo que fue su vida profesional. Son íntimas y subversivas. Transgresoras y polémicas. Condensan fantasías y sueños. Proponen escenas sacrílegas. Zoofílicas, pornográficas, desobedientes y disruptivas, firmadas con su seudónimo Sir Gay, un juego de palabras para desorientar sobre su orientación sexual: “dicen que soy homosexual. Nunca experimenté tal deseo, a pesar de que tengo una tendencia bisexual en el ámbito intelectual”.

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2023-06-04T07:00:00.0000000Z

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