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Todos somos Pierre Menard

El Prado inadvertido

MARIANO OROPEZA

Autora: Estrella de Diego Género: ensayo

Otras obras de la autora: Artes visuales en Occidente desde la mitad del siglo XX; Rincones de postales: Turismo y hospitalidad; El andrógico sexuado: Eternos ideales, nuevas estrategias de género; El proyecto Picasso; No soy yo Editorial: Anagrama, $ 6.150

“La verdad histórica, para él, no es lo que sucedió; es lo que juzgamos que sucedió”; esto aparece a mediados de 1939 en un cuento breve publicado en la revista Sur de Victoria Ocampo. “Pierre Menard, autor del Quijote” es la bomba que Jorge Luis Borges pone en la episteme occidental, blanca, machista y colonialista, que pulsará Michel Foucault y, que en olas verdes, empuja Estrella de Diego. Libro de pandemia y no, El Prado inadvertido, rearticula las preocupaciones del filósofo francés, entre otros, de la mano de la niña Estrella que se deslumbraba en la sala 12 con Las Meninas de Diego Velázquez. Y que, en juego de espejos, devuelve montada en esta obra maestra, las representaciones de la dominación y, a la vez, la resistencia, la otredad.

“Yo he sospechado que la historia, la verdadera historia, es más pudorosa y que sus fechas esenciales pueden ser, asimismo, durante largo tiempo, secretas”, escribía Borges unos años después. Y en estas fechas, escenas y personajes, pudorosos ante geneologías que excluían y estigmatizaban, como las tablas del colonial americano del Museo Nacional de Bellas Artes argentino que comenta la autora de El andrógino sexuado, se encuentran pasadizos ocultos, inadvertidos, a las historias de las mujeres o de los subalternos. Ampliando la lente en la pintura de bodegón, o en las visicitudes del “Cid” de la pintora lesbiana del siglo XIX Rosa Bonheur, todo es político. De Diego reactualiza la figura del extranjero como lícito interpelador en tiempos que el showbiz ha ganado a los museos y los influencer se jactan de recorrer sus salas en menos de diez minutos. Un gesto es construir, a los que se emocionan con la mariposa de una naturaleza muerta, o el perro de Goya hundiéndose en un mundo abatido, mundo pospandémico; el museo imaginario, abierto a las traseras de las obras, al demorado cruising espectador y pintura. Al museo, con amor, escribe De Diego.

Metafísica de lo múltiple resultan estos escritos anfibios de autobiografía, guía del Museo del Prado y ensayos de arte. Un libro h e cho de miradas como El nervio óptico de María Gainza, aunque con menos poesía el de la española, y más análisis desde la perspectiva de género, por momentos algo repiqueteado. En este aspecto, De Diego adopta claramente una postura polémica enfrentada a la cultura de la cancelación, “la esencia de toda pregunta es quedar abierta la discusión sin tregua”. No bajen ningún cuadro, por favor.

Los ensayos de la catedrática española como manifiesto por la lectura creativa, que practicamente pareciera inauguró la decisión de una escritor periférico, tras un coscorrón. Navidad de 1938. Jorge Luis Borges inventa a Pierre Menard, en el espejo retrovisor de una visita cachorra al Museo Nacional del Prado de España. Borges liquida al autor como Velázquez en Las Meninas. Piedra libre a las miradas y las autonomías. “Regreso al Prado de mi infancia”, cierra la ensayisa detective salvaje, “Me suelto de la mano de mi madre. Echo a correr”. Proponer, sobre todas las palabras y las cosas, la experiencia antes que la utopía.

Estrella de Diego adopta claramente una postura polémica enfrentada a la cultura de la cancelación, “la esencia de toda pregunta es quedar abierta la discusión sin tregua”.

CULTURA / LIBROS

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2023-06-04T07:00:00.0000000Z

2023-06-04T07:00:00.0000000Z

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