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“Ernesto Laclau tiene una idea no democrática de pueblo”

—El psicoanalista y escritor argentino Jorge Alemán afirma que las ideas del llamado populismo latinoamericano no eran demasiado disímiles a la de la socialdemocracia europea. ¿Por qué surgen estas afirmaciones en el contexto actual de la situación latinoamericana?

—Las categorías de interpretación son equivocadas. En Latinoamérica y también en alguna manera en Europa, el enfoque interpretativo de los fenómenos históricos suele basarse en criterios de tipo estructural o clasista: las clases sociales, los sistemas de producción. En cambio, hay muy poca sensibilidad hacia los temas culturales, ideológicos, religiosos, espirituales, morales. Muchas interpretaciones se limitan a observar las alianzas de clases o los perfiles de clases para establecer comparaciones. Yo hago hincapié en la cultura política.

Es hija de una antropología de tipo religioso o moral. Desde esa perspectiva, movimientos como el peronismo nacional popular no tienen nada en común con la socialdemocracia. No imagino una socialdemocracia europea que cree un Instituto Patria y que reivindica una especie de pensamiento nacional, que establezca una suerte de monopolio moral sobre de identidad nacional. Son cosas que en Europa pertenecen a los fascismos, no a la socialdemocracia.

—¿Encontró en “La razón populista” de Ernesto Laclau algún punto de interés?

—Me costó mucho, digo la verdad. Me resultó un libro complejo y denso. No es una crítica, aunque a veces los cientistas sociales deberíamos ser un poco más fluidos en nuestra manera de expresarnos. Coincidencias no; pero es un libro muy inteligente. El tema de la creación del pueblo es sin duda inteligente y relevante, una buena intuición. Además, uno cuando lee cosas con que no comparte, muchas veces las aprovecha para darlas vuelta como una tortilla. Lo que a Laclau le parece bien, a mí me parece extremadamente mal. Su idea de pueblo es no democrática. Está basada finalmente en una lógica maniquea de lucha del bien contra el mal. Es una visión mesiánica de la democracia.

—En su libro dice que “todos los populismos latinos tienen lazos especiales con la compañía de Jesús”. ¿Qué diferencia hay entre los populismos latinos y los populismos eslavos y, en otra época, sajones?

—Es una muy buena pregunta y también bastante compleja. Todos los populismos tienen elementos parecidos. Los populismos católicos tienen mucho parecido con los populismos eslavos, cuyo fundamento religioso es evidente. Es muy evidente. Están basados en una idea de identidad nacional que se basa a su vez en las comunidades de la cristiandad ortodoxa. Tienen en común el hecho de que ambos están atraídos por Occidente.

Están atraídos históricamente por Occidente, por la modernización de Occidente en términos de prosperidad, por las instituciones democráticas occidentales, por las novedades tecnológicas, por la libertad de ser occidentales. Al mismo tiempo reaccionan con un reflejo de tipo nacionalista que lo lleva a reivindicar un pasado imaginado. Es de la comunidad de la cristiandad católica en Latinoamérica, la ortodoxa en Europa Oriental, un pasado imaginario de un pueblo puro antes que se corrompiera por el contacto con Occidente.

Son muy parecidos en ese sentido. La compañía de Jesús es muy relevante. En todos los grandes populismos latinoamericanos hay una influencia notable de la compañía de Jesús. La compañía de Jesús fue históricamente la vanguardia de combate a la democracia de tipo liberal y el capitalismo, como fruto del protestantismo. La Iglesia en general reivindica la comunidad originaria del pueblo, la de la evangelización del pueblo hispánico, de la cristiandad hispánica contra la penetración o el contagio del capitalismo o liberalismo.

Un fruto de la civilización protestante en definitiva.

REPORTAJE

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2021-07-24T07:00:00.0000000Z

2021-07-24T07:00:00.0000000Z

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