Kiosco Perfil

“Es muy cansador ser extranjero; pero es condición esencial para mi escritura”

J.F.

—Existe una suerte de reverdecer del tema de irse de la Argentina y de la discusión sobre irse o quedarse. Y quería primero preguntarte en tu propia tarea. ¿Cómo es esa relación del escribir con el estar afuera?

—Es un tema para charlar largamente. Para llegar a escribir es condición sine qua non, condición filosófica primera y única y la más importante, la extranjería. Llegar a ser lo que se es. No pensé que sería así, no fue programático. Me fui de Buenos Aires un 14 de agosto de 2007. No fue por 2001, no huyendo del helicóptero de De la Rúa; no soy exiliada de la dictadura, ni perseguida. Me fui sin pensar que iba a poder escribir y lograr ser escritora. Quería vivir en otro idioma. Esa experiencia, la más radical de mi vida, de tener otro idioma, de pensar con otro idioma. Eso me provoca una extranjería con el francés y por rebote me provoca una extranjería con el español argentino porteño. Sí, es condición sine qua non. ¿Cómo armo una frase, cómo llego a armar una lengua, si no tengo esta relación extrañada con la lengua? No tiene que ver con el paisaje, la Torre Eiffel, buscar confort económico. Todo lo contrario. Acá uno está mucho más solo. No es tampoco llorar, pero es así. Uno está más desamparado frente a la ley y al otro. No me acuerdo qué escritor decía que era muy cansador ser extranjero: hasta el fin de tus días sos la extranjera y la que tiene acento. A la que le preguntan de dónde venís, de dónde sos. Es muy agotador. Es como enfrentarse con uno mismo todo el tiempo. Ese sufrimiento y ese extrañamiento me lo da la escritura. No sé cómo sería escribir en Argentina.

—¿Pero se piensa y se escribe distinto en francés que en español? Aquella idea de que hay lenguajes, el italiano para la ópera, el alemán para la filosofía.

—Sí, soy una falsa. No crucé el charco de las lenguas, no hice lo que hicieron Samuel Beckett, Vladimir Nabokov, Joseph Conrad, José Donoso. Lo que hicieron Fabio Moretti y Morabito. Como Copi o Witold Gombrowicz. No hice ese experimento gombrowicziano de fusionar el español y el francés. Sigo escribiendo en español, pero traduciéndolo en mi mente del francés. Si me aparece una palabra importante en francés para lo que quiero decir, la pongo en francés y después la traduzco al español. Ese efecto de traducir provoca una escritura que ya es una traducción. Mis novelas ya son traducciones.

REPORTAJE

es-ar

2022-01-22T08:00:00.0000000Z

2022-01-22T08:00:00.0000000Z

https://kioscoperfil.pressreader.com/article/282084870181488

Editorial Perfil