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Los manteros están de regreso en Once

CLAUDIO CORSALINI

“Perdemos casi un 30% del valor de nuestras propiedades”, aseguran vecinos

A cinco años de que el gobierno porteño los desalojara de las avenidas Pueyrredón, Corrientes y Rivadavia, los vendedores informales reaparecieron sobre las calles laterales de la zona comercial más transitada de la Ciudad, y agregaron productos alimenticios preparados a la tradicional venta de indumentaria y accesorios. Los vecinos de esas manzanas y propietarios de locales reclaman por el uso indebido del espacio en las veredas y dicen que tomaron también las bicisendas. Calculan que hay unos 7 mil trabajando durante la semana y que los sábados esa cifra ascendería a cerca de 10 mil.

Tras conocerse las imágenes de la pelea entre manteros de la zona de Once a principios de esta semana, otra vez se puso sobre la mesa de debate la problemática de la venta ilegal en el espacio público de la Ciudad de Buenos Aires.

Casi cinco años después de que los manteros fueran desalojados por el gobierno porteño de las avenidas Pueyrredón, Rivadavia y Corrientes, la situación se repite. Si bien los manteros ya no están en esas arterias comerciales, sino que ahora ocupan las calles Valentín Gómez, Sarmiento, Perón, Bartolomé Mitre, Castelli, Paso y Larrea. Un área de nueve manzanas en las cuales “la situación de los manteros está desbordada, fuera de control y nadie hace nada. La ausencia del Estado porteño es absoluta”, aseguró Gloria Llopis, referente de la red vecinal Buenos Vecinos BA.

A los productos clásicos de la venta ilegal o de mercaderías con marcas apócrifas, ahora se suma la venta de frutas y verduras y la instalación de puestos de venta de sándwiches de fiambres y embutidos.

Según la referente vecinal, en la actualidad hay unos 7 mil manteros de lunes a viernes, pero la cifra trepa los sábados a los 10 mil vendedores informales. Se trata de una situación que afecta a los comerciantes de la zona, y complica la vida diaria de los vecinos. En esas nueve manzanas del Once (en realidad es el barrio Balvade nera) no queda espacio para caminar, llevar un cochecito con un bebé o solo sacar a pasear el perro. “Presenciamos varias peleas entre vecinos y manteros por la presencia de las mascotas en las veredas. No dejan espacio para nada”, aseguró Paola Romero, vecina de la zona.

Según dicen los vecinos, con la ocupación de los manteros se desvalorizan sus propiedades. “Perdemos casi un 30% de su valor. Además, quién va a venir a vivir a esta zona”, se preguntó Romero, sin ocultar su preocupación y enojo.

Razones. El desembarco de los manteros se produjo durante la cuarentena por la pandemia. Pero a medida que se flexibilizaron las restricciones, la llegada de los vendedores informales se hizo masiva y copó esas arterias al punto de descontrolarse por completo.

Una recorrida de PERFIL por la zona permitió constatar el descontrol que reina en el lugar. Los manteros no solo ocupan las aceras, sino también las bicisendas, y en algunos casos, hasta la mitad de las calles para vender sus productos. Tanto los árboles, que el Ejecutivo plantó tras la reformulación del barrio tras el desalojo de 2017, como los contenedores para residuos son utilizados como percheros, con lo cual convierte al área en un “shopping mantero” al aire libre.

Entre los productos que se observan sobre las mantas son los clásicos de la venta ilegal. Accesorios, ropa y calzado deportivo con marcas apócrifas, gorras, indumentaria de temporada, guantes, gorros de lana, suéteres, calzas y joggings, camperas y chalecos.

Pero ahora se sumó la venta de alimentos. En este caso, se trata de verdaderas “verdulerías a cielo abierto” en las que la mercadería se exhibe igual que en los clásicos comercios. A estas se suman los puestos de venta de sándwiches de fiambres y embutidos. Se trata de productos que, si bien antes se vendían en forma esporádica, ahora se hacen de manera organizada, según los vecinos. “Todos los días vemos camionetas que traen los cajones con frutas, verduras y sándwiches que después pasan a buscarlos”, agregó Paola, en su charla con este diario.

acuerdo a lo que contó Llopis, la mayoría de los manteros, entre los que figuran senegaleses, inmigrantes de países limítrofes y residentes del conurbano bonaerense, forman parte del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTEUTEP), que responden al dirigente social Juan Grabois (ver aparte).

Versiones. Desde la Ciudad, en tanto, fuentes del Ministerio de Justicia y Seguridad y de la Agencia Gubernamental de Control aseguran que “se les ofrecen mecanismos para su regularización pero no quieren formalizarse”. En este sentido, desde la AGC indicaron que “bajo la coordinación de la Policía de la Ciudad en el último año se realizaron 158 operativos en búnkeres textiles, que es donde se fabrican las marcas apócrifas,

que nutren la venta ilegal en las calles”. Desde el Ministerio de Justicia y Seguridad porteño, en tanto, dijeron que “más allá de trabajar en la prevención de la venta ilegal en la vía pública, personal de investigaciones de la fuerza también trabaja contra la economía del delito. Es decir, contra aquellos que infringen la ley de marcas fabricando ropa trucha para vendérselas a los manteros”.

Lejos parece haber quedado el año 2017, cuando el gobierno porteño desalojó a los manteros que ocupaban ambas aceras de la avenida Pueyrredón, en el tramo que va desde Rivadavia hasta Corrientes. En aquel tiempo, la Ciudad les ofreció a los manteros formalizarse a través de un registro y su instalación en dos galpones para vender sus productos. Uno se encontraba sobre la calle La Rioja, casi esquina Rivadavia, mientras que el otro, en Perón y Boulogne Sur Mer, frente a la estación del ferrocarril Sarmiento. Además, y como parte del acuerdo, los manteros recibieron dinero de la CAME, en compensación por las ventas perdidas mientras realizaban cursos de comercialización y se habilitaban las galerías comerciales.

Sin embargo, los “shopping manteros” no respondieron a las expectativas de los vendedores informales y fueron rechazados por la gran mayoría de ellos, por lo que muchos decidieron volver al espacio público. Cuestionaron desde la estructura, su ubicación, lejos de los grandes centros comerciales; la falta de promoción que había prometido el gobierno porteño, y la capacidad de los lugares, prevista para unos 900 manteros en total. ■

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