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Marc Stanley tuvo una nueva prueba de ingreso a la diplomacia: ser anfitrión del festejo del 4 de Julio

ERNESTO ISE

Unos mil quinientos invitados acompañaron el regreso del festejo del 4 de Julio en la embajada de Estados Unidos. Una reunión que marcó el “debut social” de Marc Stanley, quien estuvo presente con casi toda su familia, nieto incluido. Nuevo en el universo diplomático tras un duro “examen de ingreso” en el Senado de su país, es un amigo personal de Joe Biden.

Después de tres años en los que hubo coronavirus –a nivel mundial–, cambios de gobiernos con sus respectivos cambios de gestiones y perfiles políticos, y un presente también que exhibe dos sociedades fragmentadas, el regreso de la celebración del aniversario patrio de Estados Unidos es una de esas reuniones sociales que se esperaban. Aunque adelantada en el calendario al último día de junio sin motivo aparente más allá de respetar en Buenos Aires el feriado que se da en el país del norte, el volumen de gente volvió a marcar que es la sede diplomática que en la Argentina más gente convoca.

Esta vez hubo casi mil quinientas personas, y para no alterar demasiado el esquema de la organización, a varias de ellas se les aconsejó evitar el besamanos común en estos casos, dado que el embajador se iba a quedar durante lo que durara el festejo y se movería por toda la residencia para conversar con todos.

Estilo propio. En las últimas gestiones diplomáticas de Estados Unidos en la Argentina –desde el retorno de la democracia y sobre todo a partir de los años 90–, el catálogo de embajadores fue variado y de perfiles bien diferentes. Y Marc Stanley no es la excepción. Como su antecesor, Noah Mamet, tampoco es un diplomático de carrera, sí es un amigo de Joe Biden y esa amistad, por lo que pudo saberse, es más verdadera de lo que señala lo firmado por este en una fotografía que Stanley puso en un gran portarretrato junto a otras fotos –sin dedicatoria visible– de él y de su mujer junto a Barack Obama, Bill Clinton, Nancy Reagan e incluso Hillary Clinton. Como dicen en la embajada –de lo poco que por ahora hablan– Stanley se comunica con Biden sin intermediarios. Por eso, su anuncio de que quiere reunirse “con todos y todas” y recorrer todas las provincias argentinas, es una misión que ya encargó al equipo de la embajada. Ya estuvo en Córdoba, Catamarca y Salta –donde anduvo casi todo el tiempo con el poncho rojo y negro que le regaló el gobernador–, y prepara un viaje pronto a Neuquén.

Agenda amplia. También es consciente de que ese perfil dialoguista genera suspicacias en el mundillo político. Sobre todo en quienes se entusiasmaron con una declaración –previa a su llegada– respecto de la Argentina, un comentario que luego explicó en un reportaje con la periodista Natasha Niebieskikwiat, que fue mal traducido. Y luego Stanley supo en persona, o mejor dicho en redes sociales, cómo altera a ciertos trolls cualquier acercamiento inesperado con Cristina Kirchner, con quien no solo tuvo un primer encuentro que se extendió casi una hora por encima de lo previsto, sino que a las dos semanas, tuvo una segunda reunión con la vicepresidenta para acompañar a Laura Richardson, primera mujer en la historia de Estados Unidos en ocupar el cargo de comandante del Comando Sur de los Estados Unidos.

¡Yes, comment! También Marc Stanley tiene otra característica que, se supone, a su entorno de comunicación lo tiene atento. Es un embajador que no se apoya en los “no comments” (sin comentarios), artilugio propio de representantes diplomáticos de los países por las implicancias que podría tener su respuesta. Esto lo experimentó el miércoles último James Grainger, editor de Buenos Aires Times, quien en un reportaje que acompaña la presente edición de diario PERFIL se sorprendió porque Stanley no esquivó pregunta alguna, incluso se refirió a los hechos que suscitó la Corte Suprema de Estados Unidos la semana pasada respecto de la ley del aborto.

Unos y otros. Durante la fiesta, cumplió con lo dicho por el staff de la embajada respecto de que recorrería los distintos espacios abiertos para la celebración. Incluso atento a que en la pista de baile no solamente Galit Ronen –la embajadora de Israel– era la única que parecía no querer abandonarla, extendió casi una hora el cierre previsto para el festejo.

Si bien esa cantidad de invitados impresiona, del oficialismo estuvieron Juan Manzur y Miguel Pesce, algo relativamente previsible dado que salvo durante las “relaciones carnales” del menemismo, en gobiernos peronistas, no abundaron funcionarios en estas reuniones masivas.

Por parte de la oposición, fue más numerosa, Fernando Straface, Enrique Avogadro y Cristian Ritondo fueron quizá los de mayor rango de ese espacio. También Hernán Lacunza aunque es de los que hoy carecen de responsabilidad actual en gestión alguna más allá de ser opinador. Sin embargo, en ciertos medios se lo publicitó como el “personaje” de la noche en la embajada por sus comentarios sobre la coyuntura económica. Algo difícil de aseverar teniendo en cuanta que quienes se le acercaron eran personas afines a su pensamiento o directores de medios que van por esa misma vía. Si hay algo que generan las fiestas masivas, es que por la cantidad de gente y espacio, para la sensación de ser “estrella” solo hace falta gente que te estime de verdad o meramente por interés.

PROTAGONISTAS

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2022-07-02T07:00:00.0000000Z

2022-07-02T07:00:00.0000000Z

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