Kiosco Perfil

La intención de volver a darle valor a los afectos familiares

JUAN CARLOS FONTANA

La ópera prima de Germán Abal (Quilmes, 1991) permite un reencuentro con ese cine de carácter simple, intimista, que se apoya en sentimientos de amistad, solidarios y en revalorizar a la familia.

Abal tiene varios cortos entre sus créditos y es profesor y licenciado en artes audiovisuales. En su debut en el largometraje elige muy pocas locaciones, cuatro o cinco, la mayoría de sus escenas suceden en un hospital y otras en una plaza o el interior de un departamento. Su propuesta se apoya mucho en la palabra, más que en la acción y desde ese punto de vista tiene una impronta teatral, de modo que tranquilamente podría convertir su guión en una pieza para un escenario.

Esta es la historia de Alan y también de Víctor. El primero es un abogado, casado, con un hijo adolescente y enamorado de su secretaria. Eso le quita tiempo, en apariencia, para disfrutar de su familia. Es el típico personaje que antepone sus mensajes o llamados en el celular a cualquier diálogo con su mujer o su hijo, al que dice que ama. Quizás ese estar tan absorbido por las circunstancias y el trabajo, hace que se distraiga y sea víctima de un accidente mientras conduce su auto. Esto lo lleva a un hospital, en el que conoce a Víctor, bastante mayor que él, un viudo muy comprensivo y hablador. Víctor tiene una enfermedad terminal y en el hospital, en su constante hablar con unos y otras, se conecta con un niño que es paciente oncológico (sobre este tema se puede ver un muy buen film español, Planta 4ª, de Antonio Mercero). El hombre mayor a pesar de saber que lo suyo es terminal siempre tiene una palabra de optimismo para los otros. Víctor, se podría afirmar, ayuda a Alan a reaprender a valorar mejor los sentimientos, es un “motivador” innato. Este entorno hospitalario imaginado por el realizador le permite incluir, desde lo ficcional, una experiencia que él mismo padeció en su infancia. Pero a su vez abre pequeñas elipsis para incluir otras historias, las que se suceden en la plaza de enfrente al hospital, a las que Víctor observa desde la ventana y refieren a un padre y su hija, o la de una pareja de ancianos.

Este es un drama que esquiva el costado lacrimógeno de las circunstancias más fortuitas para estos personajes, a los que el director dedicó un cuidado casi artesanal. Silencios, miradas, un ajustado timbre de voz, una cámara que no se distrae y enmarca rostros, planos medios y sólo ajusta sus circunstancias a escenas breves, son parte del entramado de esta “melodía” de imágenes. Las que invitan al espectador a repensar en ese agitado devenir cotidiano, en el que a veces no nos detenemos a observar a las, o los que están al lado. Jorge Garrido y Omar Musa, como Alan y Víctor, junto a Gastón Pauls –en una aparición breve como el médico- y Mario Alarcón, aportan lo mejor de sí en sus interpretaciones.

Germán Abal es cuidadoso en extremo en el trazado de sus imágenes y su narración. Una mayor dinámica, o explorar otros ángulos de visión en sus secuencias para el futuro, harán crecer su cine y explorar mejor los afectos cotidianos.

HOY

es-ar

2022-07-02T07:00:00.0000000Z

2022-07-02T07:00:00.0000000Z

https://kioscoperfil.pressreader.com/article/282673281019142

Editorial Perfil