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La razón frente a los mitos

PAMELA MARTÍN GARCÍA* *Activista feminista argentina, integrante de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto y Gerenta de Incidencia y Comunicaciones para las Américas y el Caribe en la Federación Internacional de Planificación Familiar –IPPF–.

Los movimientos feministas en Latinoamérica y el Caribe llevan décadas de lucha por la despenalización y legalización del aborto, por la autonomía de los cuerpos y de las vidas de las mujeres y otras personas con capacidad de gestar. Cada 28 de septiembre conmemoramos el Día de Acción Global por el Acceso al Aborto Legal y Seguro, fecha establecida en el V Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe celebrado en 1990, en Argentina.

Dando una vista rápida de la situación a hoy en la región contamos con países que luego de que las movilizaciones y los esfuerzos de les activistas se convirtieran en marea, en Marea Verde, se logró finalmente despenalizar el aborto en Uruguay, en diez estados de México, en Argentina y en Colombia, hasta una cierta cantidad de semanas. En otros países cuentan con causales como en Bolivia, Chile, Ecuador, Brasil, Trinidad y Tobago, Barbados, entre otros. Sin embargo, en esta región convivimos con países que cuentan con una prohibición absoluta del aborto: República Dominicana, Nicaragua, El Salvador, Honduras, Haití y Jamaica.

En los países con leyes o políticas que permiten el aborto, el acceso a éste no está plenamente garantizado. La concreción de la norma es un nuevo punto de partida para la lucha: es necesario capacitar a les proveedores de servicios de salud, desde su formación académica, tomar medidas de infraestructura y seguridad en los servicios, brindar educación sexual integral y acceso oportuno a la información, eliminar los estereotipos socioculturales, terminar con procesos judiciales por emergencias obstétricas, no perseguir a les proveedores de servicios y otorgar la libertad a las presas por abortar. Y por supuesto, que la voluntad política y el presupuesto se hagan presente, si no, no habrá implementación real.

Mientras tanto, las redes de acompañantes en aborto, las activistas ponen el cuerpo y los recursos necesarios para garantizar los derechos a las mujeres y otras personas con capacidad de gestar. Así también otras organizaciones de la sociedad civil a través de sus clínicas, atención de telemedicina, grupos de voluntaries e incidencia política. Además, están las redes de profesionales por el derecho a decidir en algunos países de la región que cuentan con un servicio de georreferenciación de servicios y proveedores amigables para acceder a un aborto. Y claro que existen servicios de salud que funcionan, que brindan una atención adecuada, pero son los menos.

Estos procesos fueron posibles gracias a la articulación y organización de los movimientos feministas que con diversas estrategias de incidencia, desde la comunicación tradicional hasta los medios alternativosa y redes sociales, la participación de artistas, de la academia y movimientos universitarios, de movilizaciones masivas en las calles, con una inmensa participación de las juventudes lograron sacar al aborto del clóset, es decir la despenalización social, un paso crucial y paralelo al trabajo por la despenalización y legalización.

Los dolores que nos quedan son las libertades que nos faltan. Y en Latinoamérica y el Caribe tenemos muchos dolores: la pobreza tiene cara de mujer, los matrimonios y uniones tempranas y forzadas son una realidad en la región: una de cada cuatro niñas se casa antes de los 18 años, su prevalencia en la región no ha variado en los últimos 25 años; tenemos la segunda tasa más alta del mundo de embarazo no intencional en la adolescencia, la reducción de la tasa de mortalidad materna se estancó, y tenemos la presencia firme de “la otra pandemia”: la violencia de género.

Sin embargo, el sur demostró que podía ser una marea arrolladora, organizada, estratégica, diversa, intergeneracional, intercultural, interseccional, transversal y plural. Es imparable y tiene la capacidad de inspirar y articular con las compañeras estadounidenses en esta cruzada conservadora y antiderecho que ha derribado Roe vs. Wade, luego de 50 años de existencia.

La Marea Verde lo hizo por una razón, para buscar un cambio y acabar con el statu quo de las relaciones patriarcales, conservadoras y machistas. La lucha continúa y los esfuerzos de inversión tienen que ir a los movimientos feministas.

POLÍTICA

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2022-10-01T07:00:00.0000000Z

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