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Clásicos de la pintura contra el patriarcado

OMAR GENOVESE

Se presenta en Nueva York la muestra titulada “Canon in Drag”, de Tirtzah Bassel –artista israelí que vive en la Gran Manzana–, cuya matriz conceptual parte de una simple pregunta: “¿Cómo sería si todo el canon funcionara en este mundo imaginario fuera del patriarcado?”. De ese modo se propuso intervenir y repintar obras de Picasso, Goya, Cézanne, Vermeer, Botticelli, Rubens, Miguel Ángel y Rembrandt, entre muchos otros. Y, además, “El origen del mundo” de Gustave Courbet. En la nueva versión, el cuerpo femenino aparece como fuente de vida, pero sin carga erótica.

“Cuando di a luz a mi hija, me di cuenta de que no hay representaciones de nacimientos en el canon del arte occidental. Hay muchas imágenes de la madre y el niño, pero el acto del nacimiento está casi completamente ausente. Teniendo en cuenta el hecho de que todos los seres humanos comparten dos experiencias básicas, nacer y morir, es muy revelador que el nacimiento no figure en el canon”. De esta manera, Tirtzah Bassel, artista israelí nacida en 1979, que vive y trabaja en New York, expresa el origen de su extensa muestra que hoy cierra en esa ciudad bajo el título: Canon in Drag. Qué podemos entender como Canon Travesti. O en términos más populares: Canon Dado Vuelta. Porque de eso se trata, cambiar los términos, incluso en la retórica crítica e histórica.

Según la página web de Bassel (tirtzahbassel.com): “Canon in Drag imagina un canon de arte occidental ficticio que evolucionó fuera del patriarcado. Incluye una serie de pinturas al estilo de obras icónicas, subvertidas a través del cambio de género y narrativas alteradas, que se describen en la voz de historiadores del arte ficticios. Estos forman la base de una exposición de estilo museo, acompañada de un catálogo de la exposición símil a una enciclopedia de historia del arte”. De esta manera ocurre un doble efecto, el recorrido visual más la inscripción cultural docta, pero conjeturada por la reinterpretación que resulta en sorpresa y admiración, al punto que la mirada se rebela a la sumisión que subraya. Incluso, cada obra clásica evocada en la reinterpretación de Bassel contiene esa inocencia conjetural del infante que, como los locos, dicen la verdad.

Por ese camino encontramos el catálogo de 80 páginas, donde a cada reproducción de una obra evocada corresponde su texto enciclopédico, dividido en partes tituladas: El gran despertar, Teología del deseo, La edad de la razón, Piel con piel y Figuras de autoridad. En la primera parte, a modo de ejemplo, se encuentra Las Meninas de Diego Velázquez reconvertida en La Menarquia or The Menarche (after Diego Velázquez), vale decir, la primera manifestación menstrual.

Podemos leer allí: “Los tres asistentes visten atuendos ceremoniales que expresan elementos rituales clave y enfatizan la conexión inherente, marcada por el ritual, entre la fisiología interna y los ciclos celestiales externos. La figura de la izquierda adorna el gorro lunar, la túnica bulbosa y la falda intestinal”. Y también: “En la pared del fondo, un espejo refleja una escultura de tamaño natural de una menstruante, sin duda una reliquia preciada. Una figura oscura, también adornada con un tocado de Jano, sostiene el telón de la ceremonia iluminada por el amanecer. La propia artista se representa a la izquierda de la escena mirando más allá de un gran lienzo sostenido por un caballete. Su vestido negro, con una franja de color rojo oscuro que rodea su boca y fluye por su frente, simboliza su propia madurez menstrual”. La Velázquez, esta versión femenina, es aquí la mirada que da sentido al futuro.

En palabras de la artista: “Los historiadores del arte tienen el poder de decirnos qué significan y qué los hace valiosos... Fue muy divertido escribir los textos porque el lenguaje histórico del arte es muy importante e incluso divertido. En algunos casos, escribí el texto desde cero, pero en otros descubrí que podía usar un texto existente casi intacto, porque una vez que lo equiparé con mi pintura, adquirió un significado completamente nuevo”.

Así, la docta, el prestigio, tambalea interdicto por una nueva mirada; por caso, amplía: “Hay muy pocas representaciones del nacimiento, en relación con el hecho de que esta es la experiencia más universal además de respirar y morir. Es un poco asombroso”. Por eso su Madame Arnolfini encargó a van Eyck que la pintara en labor de parto de su primer hijo, evocando una tradición ficticia que se remonta a la antigua Grecia.

Más intervenidos y repintados: Picasso, Goya, Cézanne, Vermeer, Botticelli, Rubens, Miguel Ángel, Rembrandt, entre muchos otros. Y, además, El origen del mundo de Gustave Courbet (obra original de la que Jaques Lacan supo ser dueño, atesorándola en su caja de seguridad). En la nueva versión, el cuerpo femenino aparece como fuente de vida, pero sin carga erótica. Así, Bassel ejerce el derecho a preguntar: “¿Cómo sería si todo el canon funcionara en este mundo imaginario fuera del patriarcado?”.

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2022-12-03T08:00:00.0000000Z

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