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Steven Spielberg y su homenaje a sus padres y a su pasión

JUAN CARLOS FONTANA

Steven Spielberg crea su propio Cinema Paradiso. Coescrita con el ganador del Pulitzer por Ángeles en América, Tony Kushner, con el que hicieron Munich, Lincoln y Amor sin barreras, Spielberg comparte con su público su film más autobiográfico.

Los Fabelman es una familia judía de Nueva Jersey, con aspectos disfuncionales, frustraciones, secretos a voces de los que no se habla, pero por encima de todo eso, se ubica el pequeño Sammy –alter ego del gran Spielberg-, que descubre su apasionado interés por el cine, cuando sus padres lo llevan a ver The Greatest Show on Earth, de Cecil B.de Mille y queda impactado con el choque de un tren que observa en la gran pantalla. Esa escena que luego el niño tratará de recrear en su casa con su pequeño Scalextric y con la ayuda de su madre, una frustrada concertista de piano, intentarán filmarla con una cámara casera, llena de excitación al pequeño y posibilita el despertar de lo que vendrá después: un imparable y desbocado interés por el cine.

Sammy, el niño, junto a sus compañeros de escuela, comenzará a filmar con extrema seriedad y probará sus primeros trucos con las imágenes, imitando escenas del clásico de John Wayne y John Ford, Un tiro en la noche, o una historia sobre la Segunda Guerra Mundial. También registrará con su lente un campamento en el que coincide toda la familia y en el que descubre una posible situación de adulterio entre su madre y el mejor amigo de su padre, al que todos conocen como el tío Bennie (un hallazgo la inclusión de Seth Rogen, para este papel).

Hijo de un padre que investiga en el área de computación y arregla televisores para ayudar a su familia, en los Estados Unidos de los años 50 y los 60. Y de una madre, que abandonó su carrera de concertista para dedicarse a sus hijos, lo que le provoca angustias y depresiones que su marido intenta comprender, sin lograrlo, es el Sammy adolescente, el que termina convirtiéndose en mago de las imágenes en movimiento, que deleita a sus compañeros y familiares con sus películas y el que consigue contra viento y marea, encaminar su vocación. Mientras el resto de su familia queda un poco a merced de un mar de sinsabores, son ellos los que le aportan el color dramático y emocionante al relato.

Los Fabelman es un clásico familiar típicamente “spielbergriano”, con sus claroscuros (el bullying al muchacho en la secundaria porque es judío), la frustración de la madre, la incomprensión del padre, los delirios del tío actor que le confiesa al niño,que “la familia y el arte te parten en dos”. El filme emociona, hace llorar, reír y crea esa típica avidez de querer saber más sobre esta familia y ese niño, el que al conocer John Ford (un lujo que este papel lo interprete David Lynch), percibirá que el cine no lo abandonará nunca. Con interpretaciones inolvidables, Michelle Williams y Gabriel Labelle, en la conflictiva relación de madre e hijo, son como el Roberto Benigni y el Giorgio Cantarini, de La vida es bella. Steven Spielberg redescubre la espontaneidad y la libertad narrativa de sus primeras épocas y no teme equivocarse. Y acierta.

CRÍTICA / CINE

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2023-02-04T08:00:00.0000000Z

2023-02-04T08:00:00.0000000Z

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