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Por la suba en los alimentos perdió el delivery y ganó el ‘masterchef’ en casa

AGUSTINA BORDIGONI

Como pasa con los cambios de hábitos a la hora de comprar, por ejemplo haciéndolo por unidad en lugar de por kilo; también a la hora de sentarse a la mesa familiar priman otras costumbres para enfrentar el aumento de la canasta alimentaria. Las familias de sectores medios y bajos se volcaron a cocinar en sus domicilios en lugar de pedir comida afuera ya que el alza en los alimentos, que fue de dos dígitos, incrementó los valores de los menúes que se ofrecen.

Por el aumento del precio en las comidas para llevar la gente cocina cada vez más en su casa. En mayo, según consultoras privadas, el rubro sufrió un incremento de entre el 14,8% y del 17,2%, muy por encima del resto de los alimentos. Muchas personas decidieron, en medio de la crisis, reinventarse. Ya sea para aprender a cocinar, coser, o para emprender de una manera diferente.

Según la consultora LCG, los alimentos básicos subieron en la cuarta semana de mayo un 0,32%, un punto porcentual por debajo de la semana anterior. Sin embargo, estos productos siguen impulsando la inflación, cuya cifra dará a conocer oficialmente el Indec a mediados de este mes. La comida preparada creció más que el promedio (1,73% en una semana).

“Las ventas bajaron mucho”, le comentó a PERFIL Mónica Leyes, que tiene un almacén en el que funciona además una casa de comidas. “Personas que te compraban de lunes a viernes las viandas ahora están comprando tres veces a la semana”, o fueron cambiando sus hábitos de consumo. “Han cambiado las viandas por un sándwich, se inclinan más por las opciones más económicas”.

Los alimentos básicos, que siguen subiendo, también repercuten en quienes los elaboran para los consumidores que no cuentan con el tiempo necesario para cocinar. Pero los cambios de precios constantes obligaron también a quienes preparan estas comidas a pensar estrategias para no perder clientela. “A los que compran más seguido les hago promociones”, agregó Leyes. “Tuve varios aumentos en la materia prima, pero a veces evito aumentar”. Leyes busca nuevas formas de cocinar que le permitan mantener el negocio. “Pongo más arroz en las guarniciones, menos verdura, voy alternando para no tener tantos gastos”.

La crisis obliga a la creatividad y a la resistencia. Así como en los negocios cada vez es más común comprar por unidades y no por kilo, como el pan o las frutas y verduras, en los hábitos culinarios también hay nuevas formas para hacerle frente a la inflación.

“Bajó muchísimo la venta de la comida para llevar. Pero nosotros hacemos como todos los argentinos: aguantamos”, explicó a PERFIL Gabriela del Río, dueña de una casa de comidas y un resto bar. “Aguantamos una suba, no subimos. Pero ya a la siguiente suba tenemos que subir porque si no, no sobrevivimos como comercio”.

Por supuesto que se trata de sectores medios y medios bajos que no tienen los recursos para destinar en salidas a comer a restaurantes. En general familias tipo que, de acuerdo con los últimos datos oficiales porteños, por ejemplo, necesitaron más de 200 mil pesos mensuales para no ser pobres y realizar cuatro comidas diarias.

Para Del Río la única forma de seguir es trabajando “con la esperanza de que esto cambie algún día y que a los comerciantes no nos hagan pagar tantos impuestos”, concluyó.

A los costos de la materia prima se les suma el de los alquileres, como en el caso de Leyes. “Nos vamos adaptando también a la situación de la gente. El poder adquisitivo de las personas ha bajado y por ende el mío también”, comentó. “Por ahora voy a intentar pelearla un poquito más”.

La crisis es a veces una oportunidad. Ana María Ponce vive con su hijo y sus dos nietos, y cuenta que, si bien tenían la costumbre de comprar comida lista, “cada vez cocinamos más”. Eso da lugar a la improvisación y la creatividad: “A veces preparamos cosas nuevas porque hay que usar lo que hay”, comentó.

Algunos sectores de la economía también se vieron beneficiados. Así como se cocina en casa por los altos costos de los alimentos, el de la indumentaria y calzado –otro de los rubros críticos en cuanto a los niveles de inflación– supuso ganancias para quienes se dedican a arreglarlos.

“Viene cada vez más la gente a traer cosas para remendar, porque todo está inaccesible. Así que a mí la crisis me favorece”, aseguró a este medio Nelly Mercedes Berruetta, que es modista y que, desde la pandemia, empezó a recibir cada vez más gente en su negocio. Una de las cosas que más le piden son las sábanas y cortinas. “Sobre todo sábanas, porque están muy caras”.

Además de arreglar ropa de cada vez más familias, trabaja para profesionales. “Me han encargado ambos para médicas del hospital”. Los costos en confección y telas son menores que la indumentaria profesional en locales de uniformes.

Tanto en la modista como en las casas de arreglo de zapatos y carteras, las listas de espera son largas. Lo primero que preguntan ante la llegada de un nuevo cliente es si hay apuro, porque los locales están llenos de productos para reacondicionar.

“Siempre tuvimos trabajo”, le comentó a PERFIL María Susana Cabrera, que atiende un taller de arreglo de zapatos junto a su esposo. Como los precios de la ropa y calzado de invierno suelen ser más altos, para ellos esta es una “temporada alta”. Esperan que, como todos los años, la actividad baje entre agosto y septiembre.

Por ahora, la situación del país obliga a los consumidores a arreglarse con lo que hay. Y a veces “lo que hay” termina siendo el ingreso principal de otras familias.

POLÍTICA ECONÓMICA

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2023-06-03T07:00:00.0000000Z

2023-06-03T07:00:00.0000000Z

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