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Culminación de un sueño.

Los tramos finales, desde Paraguay hasta la puerta de su casa en Las Rosas, Santa Fe, pusieron fin a una experiencia inigualable, digna de imitar.

Por Bernardo Gassmann.

Lostramos finales, desde Paraguay hasta la puerta de su casa en Las Rosas, Santa Fe, pusieron fin a una experiencia inigualable, digna de imitar: recorrer seis países en bicicleta.

Preso de las promociones aéreas, luego de algunas escalas eternas, aterrizo en Asunción. Unos días de descanso en la ciudad rodeado de buena g gente le dieron lugar al rodaje p por las rutas paraguayas. Lamen Lamentablemente no fueron muchos los kilómetros recorridos en estas e tierras, pero me guardo la amabilidad de su gente y la gran gra cantidad de chipá consumido.

Mientras buscaba una bajada al río Paraguay para pasar la noche, un paisano de a caballo con una 38 en la cintura, me indica por dónde debo ir. Ciertas veces, cuando el terreno es trabado, resulta mejor dejar la bici, caminar para inspeccionar y luego volver por ella.

Así fue que encontré el lugar ideal, pero volviendo por mis cosas veo a unos metros una familia de monos carayá que comienzan a aullarme enérgicamente, así fue que sin ningún interés en generar una disputa territorial, me fui silbando bajito por donde vine.

De vuelta al pago

Hacía unos días que, por un inconveniente con el banco, estaba sin dinero. Tendría que cruzar a la Argentina antes de lo pensado para solucionarlo.

A pesar de ser un enemigo obstinado de las fronteras y todo lo que ellas generan, la sensación de volver a mi país fue algo que me llenó de alegría. Ingresé por Formosa en una balsa y desde ahí comencé a bajar hacia el Sur. El sol fuerte de diciembre y el viento norte se hacían notar, de modo que nuevamente haría las paradas del mediodía.

Algo que sólo se puede ver en la Argentina y en ningún otro país de Sudamérica son los campings municipales en cada pueblo que, con sencillas mesas y bancos de hormigón, parrilleros y árboles pintados a la cal, transmiten una sensación de amistad insoslayable. Realmente eso facilita mucho las cosas: pedaleaba hasta bien entrada la noche y sabía que seguramente encontraría uno de estos lugares listo para recibirme.

En Corrientes me esperaba un viejo amigo que se encargó de hacerme el primer asado luego de varios meses, de modo que con energía de sobra seguiría bajando por la Ruta 12, pasando

por Tres de Abril, Goya, Esquina, La Paz, Cerrito, etc.

Cruzo a Entre Ríos con sus a m igables ondu l aciones de terreno y me encuentro con un control policial que me indica detenerme por primera vez en todo el viaje.

Una fuerte tormenta termina por cortar los caminos y me deja dos días varado en La Paz, con la suerte de que la Peña de Boca de la ciudad me recibe como huésped. Al no ser un seguidor del fútbol y sin preferencia por algún equipo, no tuve mayor inconveniente en convertirme en bostero por unos días. Tarareando algún tema de Sergio Denis con la letra modificada seguí bajando, ahora con un sostenido viento norte, a favor.

Donde todo empezó

Dejando atrás las colonias alemanas en el sur de Entre Ríos, ya estaba en Victoria resguardándome del sol en el patio de un monasterio famoso, comiendo dulce de leche del frasco. Cuando por fin me dispongo a cruzar el tramo que separa Victoria de Rosario, me entero por boca de un gendarme que no está permitido hacerlo en bici o caminando.

Así que un camión me acercó los 60 kilómetros finales.

Rosario me recibió con muchos amigos y festejos, pero se acercaba Navidad y tenía que hacer el último tramo del viaje: 120 kilómetros me separaban de mi cuidad. Este tramo lo realicé cientos de veces en auto o colectivo en mi época universitaria, de modo que lo conocía muy bien.

Quizás inconscientemente iba a un ritmo demasiado lento, como queriendo dilatar el tiempo. Hasta que por fin veo mis pagos, Las Rosas, uno de los tantos pueblos/ciudades pequeños entre campos de tierra fértil y manos de gente trabajadora.

En los últimos 5 km me detengo para tratar de asimilar todo lo que había sucedido, pero es en vano, llevará mucho tiempo esa empresa. Me paro sobre los pedales y, a una velocidad innecesaria, atravieso el ingreso principal. A las pocas cuadras veo mi casa, con familiares y amigos levantando las manos y gritando, recibiendo a un peregrino que vuelve a donde todo empezó. Es bueno volver a casa después de tanto tiempo y tantos kilómetros.

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2021-06-01T07:00:00.0000000Z

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