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Pejerreyes después de la helada.

Relevamos la laguna La Barrancosa, en Benito Juárez, un ámbito con abundantes pejerreyes que superan el kilogramo de peso, pero que exige varias buenas virtudes del pescador.

Por Marcelo Albanese.

Relevamos la laguna La Barrancosa, en Benito Juárez, un ámbito con abundantes pejerreyes que superan el kilogramo de peso, pero que exige varias buenas virtudes por parte del pescador.

Con la llegada del invierno y las heladas continuas diciendo presente en gran parte de la provincia de Buenos Aires, decidí viajar hasta la laguna La Barrancosa, ámbito que había estado relevado en marzo, momento desde el cual quedé en comunicación con Gustavo Gregorini, guía de pesca, y Guillermo Zangara, encargado del espejo. Con ellos habíamos combinado que, cuando se afirmara el pique, ahí estaríamos, y así fue. Previa charla telefónica, me contaron que los matungos se largaron a comer con las bajas temperaturas, así que no lo dudé, cargué los equipos y partí por Ruta 3 para transitar unos 345 km.

Los equipos

Llegué alrededor de las 8 de la mañana, horario en que abre la laguna. En el lugar me estaban esperando, con la embarcación lista, Dante Valente, Gustavo Gregorini y Héctor Elbey. Así que cargamos los bártulos y comenzamos con el armado de los equipos de pesca. Mientras navegábamos a bajas revoluciones, podíamos divisar mucha actividad de pejerreyes en superficie. El primer lugar elegido sería el medio de la laguna. Utilizamos cañas de 4,50 y 5,40 m compuestas en grafito elástico, reeles cargados con nailon de 0,25 mm y multifilamento del 0,16. Líneas de flote compuestas por tres boyas en diferentes gamas de colores, aunque también gran parte de la jornada utilizamos líneas paternóster. Los anzuelos N° 1/0 fueron encarnados con mojarras vivas, de medianas a grandes, y con filetes de dientudo cortados en forma de banderita. Anclamos muy cerca de la costa, casi pegados a un alambrado que se sumerge en el agua, donde fuimos probando profundidades en las líneas de flote. Comenzamos con brazoladas de entre 10 y 60

cm de la superficie, mientras que Héctor optó por el paternóster.

Piques remisos

Con los aparejos en el agua, las primeras horas de la mañana no fueron las más rendidoras, el sol asomaba entre las nubes y se dificultaba que entibiara un poco la cubeta. La helada se fue levantando de a poco y los piques que teníamos eran muy remisos a tomar nuestros cebos: si nos apresurábamos a concretarlos, los perdíamos. Optamos, entonces, por movernos a una parte baja, más cerca de la costa, donde habíamos divisado muchas corridas de pejerreyes en superficie. Acomodamos la embarcación y disparamos los lances lo más pegado a la costa. Para nuestra sorpresa, los matungos estaban en este sector, así que logramos muy buenas piezas bien a flote, entre los 10 y 30 cm de la superficie. Pejerreyes muy robustos que rondaban entre los 600 y 800 g. Pasadas las dos horas de estar anclados en este sector, los piques se cortaron rotundamente. Decidimos cambiar de sitio, lo bueno era que el sol entibiaba más el agua y nos jugaba a favor para que las flechas se despertaran del letargo.

La mañana nos regaló buenos ejemplares. A pesar de que las condiciones climáticas no eran del todo alentadoras, pudimos ver matungos en superficie, pero la tarde nos daba otro color y oportunidad para estos grandes pejerreyes esquivos: podíamos decir que teníamos las condiciones dadas a nuestro favor. Nos anclamos en la parte del medio de la laguna, que es un sector profundo que tiene el espejo, para pescar con aparejos de flote.

Líneas al agua y los piques llegaron casi al instante. La suerte en esta oportunidad estuvo de mi lado, ya que abrí la tarde con un pique prácticamente a pez visto, que hizo la clásica jugada en el pilotín de mi línea.

Podíamos divisarlo en plena superficie: vimos cómo tomó la carnada, pero con un pique muy suave, como dándome la oportunidad a que lo esperara antes de concretarlo. Y así fue que jugueteó con la boya de un lado hacia el otro hasta que se afirmó con la llevada y llegó el momento de la acción: ni bien levanté la punta de mi caña, hubo una explosión en el agua y cabezazos de un lado para el otro; ya sabíamos que estábamos en presencia de un buen matungo barrancoso. Copo de por medio, lo izamos y comprobamos su gran robustez. El pesaje en la balanza marcó 1,410 g y la alegría en la embarcación se hizo notar.

Guillermo Zangara nos había anticipado que los grandes se iban a dar pasado el mediodía, y así fue. Con el menor ruido posible en la embarcación, los piques sucesivos fueron casi en simultáneo: Gustavo Gregorini y Dante Valente lograron otros dos

buenos matungos que pasaron el kilogramo de peso, era evidente que nos encontrábamos frente a la presencia de un buen cardumen con portes mezclados de entre 500 y 800 g.

Matungos en aguas bajas

El reloj marcaba pasadas las 15 hs por lo que, luego de haber realizado una magnífica pesca en el sector del medio de la laguna, navegamos hasta su parte derecha, tomando como referencia nuestra partida desde el muelle. Fondeamos en una lengüeta de agua donde termina la laguna, sector con no más de 80 cm de agua. Paramos el motor unos cuantos metros antes de anclar y fuimos al lugar elegido botando la embarcación para hacer el menor ruido posible, era impresionante la activad de pejerreyes que salían al cruce. Una vez que logramos anclarnos, volvimos a encarnar y... aparejos al agua. Los primeros piques y las piezas capturadas fueron de 25 a 40 cm, pero no podíamos dar con esas presas que superan el kilogramo de peso. La idea fue tentar al pez con encarnes más voluminosos: dos mojarras y un filete de dientudo colgando, y así obtuvimos varios de estos matungos de aguas bajas.

Características del ámbito

La particularidad de este ámbito es que hay que trabajar constantemente con las brazoladas de las líneas e ir sondeando hasta dar con los piques. Generalmente, el pejerrey de arriba del kilogramo de peso lo logramos en superficie, pero todo puede variar. La cuota se logra realizando el menor ruido en la embarcación y, en lo posible, moviéndose a remo. Lo ideal es ir variando los sectores porque el pique no es firme, hay que buscar el cardumen y ahí sí: una vez que lo localizamos, la pesca es muy entretenida, con portes que van de 25 a 40 cm, y con esos grandes matungos que coronan la jornada. Otra de las modalidades que podemos practicar para quienes no les gusta embarcarse, es la pesca de costa y en familia. El lugar ofrece una amplia orilla a la que se puede llegar con los vehículos propios y hasta disfrutar aún con los más chicos.

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2021-06-29T07:00:00.0000000Z

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