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Un sueño hecho realidad

Textos: ALBERTO FONTEVECCHIA. Fotos: CEDOC

Cincuenta años y un largo camino transitado. Quien escribe, el fundador de esta revista, era por 1972 –y lo fui desde siempre– un aficionado a la pesca y la vida al aire libre. A comienzos de la década del ‘70, una pujante industria automotriz vernácula empezaba a brindar a los habitantes de este país la posibilidad de adquirir autos y camionetas a precios razonables, y así me lancé junto a mi familia a descubrir todas las bellezas de este hermoso territorio. Fue una época en la que se iniciaba masivamente la industria del turismo: las casas rodantes hicieron su aparición y era habitual verlas transitar por las rutas de la Argentina; también se popularizaron los campings que, estratégicamente ubicados, permitían buen descanso y reabastecimiento de insumos. Fue una década, además, en la que hosterías, hoteles, restaurantes y estaciones de servicio multiplicaron su presencia al costado de las rutas. Los mapas, sin duda, pasaron a ser un elemento indispensable. Basta recordar que no existían los teléfonos celulares ni Waze o Google Maps, cuya llegada masiva se dio avanzado el año 2000.

Verdaderos pioneros correcaminos nos reuníamos de manera habitual para intercambiar información, contar anécdotas, advertir inconvenientes y sugerir lugares. En esas circunstancias, con un grupo de entusiastas colaboradores y el objetivo de ayudar en la planificación, detectamos que hacía falta un medio que aglutinara todas estas experiencias para que más gente pudiera sacar provecho de ellas, descubrir paisajes y disfrutar actividades. Así nace Weekend.

La información que la revista proporcionaba permitía a los lectores elegir un destino, trazar un itinerario, calcular kilómetros a recorrer, conectarse con guías de turismo o pesca, reservar alojamiento y saber dónde comer o cargar nafta. Junto con su mapa, Weekend formaba parte del equipaje de muchísimas personas, porque no solo brindaba importantes datos de servicios de turismo, sino que a través de sus notas mucha gente comenzó a practicar deportes al aire libre que desconocía cómo hacerlos, sus costos, necesidades de equipamiento o cuáles eran las

técnicas más adecuadas. Todos ellos fueron –y continúan siendo– relevados y publicados por Weekend mes a mes: mountain bike, náutica, pesca en sus diferentes modalidades, arquería, montañismo, escalada, camping, esquí, trekking, caza, quads, tiro deportivo, rodantes, buceo, escapadas de fin de semana, supervivencia, equipos y hasta presentaciones de vehículos... Con el correr de los años también se incluyeron aquellas actividades y propuestas alternativas que fueron apareciendo o tornándose más accesibles, como canotaje, pesca en kayak, tecnología outdoor, travesías 4x4, glamping, turismo internacional o gastronomía en pueblos rurales, por mencionar solo algunas.

Durante estos 50 años, Weekend siempre analizó todo el equipamiento que la industria puso a disposición de los aficionados: cañas, reeles, armas, municiones, ópticas, embarcaciones, motores náuticos, carpas, mochilas, bolsas de dormir, indumentaria, bicicletas, electrónica... Ningún rubro vinculado con estas actividades quedaba –ni queda– exento. Todo fue –y es– testeado por los expertos de la revista, quienes reflejan sus pros y contras para mantener actualizados a los lectores, quienes consideran que Weekend es un verdadero manual deportivo. “La Biblia del aire libre” supieron decirme en más de una ocasión.

Hoy, los años se acumularon sobre mis hombros y ya no puedo lanzar una línea como antes, manejar una embarcación con pulso firme ni apostarme a la espera de una presa. Pero tengo la satisfacción de haber contagiado a muchos jóvenes mi amor por la naturaleza y a apreciar lo que ella nos brinda, impronta que seguimos transmitiendo tanto en la edición de papel, como en su versión digital, producto que llegó de la evolución de la tecnología a la que Editorial Perfil supo adaptarse para competir en este segmento que Weekend también lidera.

Recuerdo con afecto profundo a quienes compartieron mi sueño: periodistas, fotógrafos, diagramadores, colaboradores especializados y todos aquellos que pasaron por las diferentes redacciones en las que fuimos plasmando este proyecto que, 50 años después, sigue vigente: Sarmiento 1113, Chacabuco 271 y –actualmente– California 2715, Capital Federal. Mi reconocimiento a los fieles avisadores que acompañaron nuestro camino. Y, por supuesto, a nuestros lectores. Sin ellos nada de esto hubiera sido posible.

EDITORIAL

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2021-09-30T07:00:00.0000000Z

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