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Medio siglo de pesca.

Peces, lugares, técnicas, cronistas: todo es parte de una historia de 50 años entre cañas, reeles, líneas y señuelos. Y un sueño para el futuro.

Por Néstor Saavedra.

Comencé a pescar el mismo año del lanzamiento de la revista Weekend. Compré los primeros números y, luego, muchísimos salteados, según el permiso que me diera el bolsillo. Casi 20 años después empecé a trabajar como periodista de pesca y, por tanto, a vivir y analizar este maravilloso pasatiempo en nuestro país.

¿Qué sucedió en este medio siglo con lo que considero que son las tres patas que definen a la pesca deportiva: el pez, el lugar y la modalidad? Repasemos los casi 600 números de la revista para reconstruir la historia de la actvidad en nuestro país.

Peces y lugares

Algunas especies constituían el obob jetivo de los pescadores de 1972 y, obviamente, de las notas de la revista. El hecho de que su fundador y editor responsable por 50 años, Alberto Fontevecchia, sea pescador le dio una sensibilidad fundamental a la hora de elegir los temas, la ubicación en el calendario o anual y los cronistas.

El pejerrey fue y es, sin dudas, , el pez más convocante. Entre las s razones de esta afirmación podemos os enumerar su presencia en todas las as latitudes del país, desde los diques del el noroeste, el centro y Cuyo; la Patagoonia, con su pejerrey endémico; pasanndo por la llanura pampeana, donde de su pesca está fuertemente arraigada da en las provincias de Córdoba, Buenos nos Aires, La Pampa y el sur de Santa Fe. Además se lo obtiene en todo el litoral ral marítimo y el Río de la Plata, cuya pesca sca costera ronda los 100 años a juzgar por fotos tomadas en el viejo malecón de e la Dársena Norte. Los cornos y escardones en el mar, los cornalitos y juncaleros en el Delta, todos fueron armando diversas convocatorias más o menos concurridas.

Por otra parte fue el primer pez criado en piscicultura en el país, lo que permitió y permite la repoblación de numerosos espejos de agua. A esa abundancia hay que sumarle su exquisita carne: durante décadas en la Argentina se lo pescó para comer e, incluso, llevarles carne a parientes y amigos, lo cual agigantó las preferencias por el flecha de plata.

Como si fueran pocas razones, muchos grandes pesqueros se encontraban, y algunos subsisten, muy cerca de las grandes urbes desde donde, por lógica, emana la mayor cantidad de pescadores. A las tradicionales lagunas de las Encadenadas de Chascomús, Monte y Lobos, con el paso de los años se les sumaron algu gunas as más ás distantes, d sta tes, como La Salada de Madariaga/Lavalle, y la pesca desde lancha en el Río de la Plata, muy promocionada por aquellos primeros guías, como Bernardo Andersen y Freddy Armini, entre otros. Buscando siempre novedades para el lector, la revista dio a conocer lagunas que se transformaron en clásicos, como Hinojo Grande, de la mano del guía Olaff, o Chasicó, que explotó en la bisagra de las décadas del ‘80 y ‘90. Lo propio puede decirse de aquellos grandes pejerreyes de las lagunas del sur de Córdoba, como Serrano o La Amarga, y muchos otros espejos cuya enumeración sería larga e incompleta para esta nota. Nello Príncipi y Juan Martín de Yaniz fueron los primeros grandes cronistas especializados en pesca de pejerrey. Llegaron e a la revista con un bagaje de déc décadas en otros medios, inclusive lue luego de escribir libros sobre el tema. Tr Transmitieron la pasión y también su sus técnicas tan refinadas, siempre pa partiendo de una premisa: la pesca co con tres boyas, en principio esféricas y, luego, de muy diversas formas. La lle llegada de Rodolfo Álvarez ( Alvarito) y Jorge Araneo enriqueció con sus exp periencias este tipo de capturas. El otro pez icónico en la Argentina es eef el dorado. Durante decenios su pesca fue regional o local: pocos eran los tur ristas que iban a buscarlo a Corrientes. P Pero desde las décadas del ‘50 y ‘60, cada vez más aficionados se allegaban especialmente a Paso de la Patria, aunque también Esquina, Goya y La Paz fueron inicialmente convocantes. En el Alto Paraná se lo pescaba con carnada, generalmente a la deriva, y a trolling, el único punto del país donde se lo practicaba. En principio se usaban u grandes cucharas ondulantes hasta que llegó el Cisco Kid y, luego, los señuelos nacionales, que se impusieron

por precio y calidad. Hasta este nuevo siglo eran escasísimos los guías que pescaban en spinning o con mosca, como Rivas de Resistencia, Scheller de Goya o San Martín, que viajaba desde Esquel hasta Esquina.

Después de que, en 2000, tomamos juntos en Brasil un curso de pesca con bait, modalidad casi desconocida en el país, Alberto Juan, cuyo nombre hoy lleva el salón de la Asociación Argentina de Pesca con Señuelos, me dijo: “La pesca con bait se va a desarrollar en el Paraná Medio”. No se equivocó. Con él viajamos a capacitar a algunos guías en La Paz. En pocos años estalló el baitcast en el país como nunca antes con ninguna otra modalidad. Es que corrió con una gran ventaja: la creciente de 2010 que desparramó los dorados por toda la cuenca, al punto de que se llegaron a pescar con señuelos desde la Costanera Norte y hasta en ¡el río Salado bonaerense!

Con esta modalidad y este pez cambió la preferencia de los aficionados argentinos por los señuelos: decayeron las cucharas y tomaron fama las bananas, minnows y, últimamente, los glidders. Los plásticos fueron tornándose más accesibles para la fabricación de engaños, boyas y cajas. Además, empezaron a usarse motores eléctricos y plataformas para beneficio de los pescadores.

Con la irrupción de las Mojarras grandes, los que practicaban trolling incluyeron al surubí en su agenda y trasladaron sus visitas a Itá Ibaté e Ituzaingó (poblada de grandes ejemplares desde el cierre de la represa de Yacyretá-Apipé entre 1983 y 1994). Precisamente esta obra perjudicó la pesca aguas arriba y ya no pudimos gozar de esas salidas que disfrutó Rafael Guglielmi a Montecarlo y Puerto Rico, Misiones. También quedaron atrás s sus curiosas pescas de dorados en c e campos la yunga de la salteña, familia visitando Jakulica solos b bre el Bermejo. Para 1972 la pesca con señuelos en spinning solo se practicaba en di distintos puntos por algunos lugare reños. Los visitantes íbamos a las la lagunas cercanas a Buenos Aires, co como Del Burro o Vitel, en procura de engañar tarariras con los infaltables ble señuelos que Pocho Ianonne hacía para su firma Del, tan presentes en las notas de Weekend. P Por entonces, la abundancia de tarucha chas no nos hacía necesario pescar las zona zonas con más pastos y plantas. Cuando debimos d empezar a rastrillarlas, apenas apen teníamos unas pocas ranas de goma gom Snag Proof. Desde 2010 contamos con muchos m modelos de soft plastics, incluso inclu de industria argentina. Allá por fines del siglo pasado no existían guías o eran muy poco conocidos en los pueblos recostados sobre el Delta del Paraná y el Uruguay. La creciente de 1998, que también había traído muchos dorados, generó su aparición y, entonces, San Pedro, Villa Paranacito y luego Gualeguay, San Nicolás, Rosario, Baradero, Concepción del Uruguay y Gualeguaychú, entre otros puntos, empezaron a recibir a muchos pescadores de spinning y bait.

El mar

El agua salada fue objeto de numerosas notas en la revista. En principio estaban muy ancladas a las famosas fiestas de las enormes corvinas negras o rubias en Mar de Ajó, San Clemente y Claromecó. La pesca desde playa, muelle o escollera era muy buena. Con el paso del tiempo se hizo necesario adentrarse en el mar y aparecieron los servicios de guías, que se inician con los grandes bar

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2021-09-30T07:00:00.0000000Z

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