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Cuatro especies en dos jornadas.

Relevamos el Río de la Plata y el Delta en busca de tarariras, dorados, surubíes y bogas. La tarea no fue sencilla, tuvimos que regresar una segunda vez, pero pudimos lograr nuestro objetivo.

Por Julio Polllero.

Relevamos el Río de la Plata y el Delta en busca de tarariras, dorados, surubíes y bogas. La tarea no fue sencilla, tuvimos que regresar una segunda vez, pero pudimos lograr nuestro objetivo.

La idea era recorrer el río más ancho del mundo, el de la Plata y todo su delta, en busca de algunas de sus especies más codiciadas: tarariras, bogas, dorados, surubíes y alguna variada de piel. Para intentarlo podemos hacerlo en forma particular,o bien contratar los servicios de alguno de los tantos guías que operan en la zona y que la tienen muy clara con la navegación, cosa nada fácil en esta gran porción de agua. Así fue como me comuniqué con Javi Pesca y Claudio Cairo, amigos y operadores de la zona, que salen habitualmente al río.

Piques virtuales

Si algo aprendimos con la pandemia es a disfrutar de otra manera: cuando uno levanta el teléfono y habla para coordinar la salida, ya está pescando, y esta vez no fue la excepción. Es más, si me apuran un poco, me animo a decir que ya teníamos algún dorado clavado en la línea telefónica. Increíble lo que sucede en conversaciones entre pescadores. Para este tipo de salida debemos llevar varios equipos. Es verdad que podríamos hacerlo con uno solo, pero no es lo

más recomendable. Para la boga el aconsejado es el de cañas de 2,10 a 2,50 m con reeles frontales o rotativos cargados con nylon 0,25 mm (algunos las pescan con hilo multifilamento y no está mal), líneas corredizas de dos anzuelos del tipo maruseigo con brazoladas de unos 60 cm de largo y plomos de entre 40 y 80 g. Otra de las maneras más comunes de capturarlas es pasar un plomo corredizo por la madre del reel, atar un microesmerillón y, de ahí, que salga una brazolada de unos 50 o 60 cm de largo. Las carnadas más eficaces son la pulpa de sábalo, el maíz, corazón vacuno y chorizo colorado.

Selección de equipos

Si la idea es pescar tarariras y dorados con señuelos, debemos llevar cañas de entre 14 y 17 lb (1 lb = 453,59 g) con reeles frontales o del tipo huevito cargados con hilo multifilamento de 30 o 40 lb, leaderes de acero de 20 a 40 cm de largo, y la variedad de señuelos que tengamos, incluyendo artificiales rígidos y del tipo soft. Ahora, si a las mismas especies –incluyendo al surubí– las queremos pescar con carnada natural, debemos llevar cañas de 2,10 a 2,40 m, pero más pesadas en cuanto a libraje que las usadas para las bogas. Y también cambiar los reeles por redondos tipo 5.600 o 6.500, algunos cargados con nylon del 0,40 y otros con multifilamento de 30 lb. A esto le agregamos líneas de un anzuelo con boya o bien leaders de acero de unos 50 cm de largo con anzuelos Katashi, Mustad o Gamakatsu del 6/0 al 8/0. Solo restan un puñado de plomitos pasantes entre 10 y 50 g.

La idea, los equipos y las ganas

estaban cubiertas. Solo restaba llevar a cabo nuestro objetivo, y para eso le pusimos fecha a la primera salida. El día se presentó sin viento, y a las 7 AM ya estábamos en la guardería Suelten Amarras, desde donde partiría nuestra travesía. La mañana estaba fresquita y con mucha niebla. Saludamos a Carlitos Tate, dueño de la guardería, quien salía con su hijo y amigos. Navegamos en conjunto hasta dividirnos dentro de la inmensidad del Delta y efectuamos la primera parada para las taruchas en la zona de La Raja y La Rajita, un conjunto de pequeños islotes de juncos con canaletas y bancos de arena por todos lados. Un lugar que hay que conocer muy bien para poder navegarlo.

Armamos todos equipos de baitcasting con señuelos del tipo soft, ranas de gomas con una cucharita ondulante y otros con solo ranas de goma. Javi y Claudio se bajaron a caminar los arroyos mientras que yo, un poco más perezoso, me quedé pescando desde la embarcación con el amigo Piedra. Como apenas pincharon un par de taruchas, nos movimos a otro sector: la boca de un arroyo medio embancada donde dimos con una buena cantidad de piques que se producían ni bien caía el señuelo pegado a la vegetación costera. Una linda fiesta de tarariras con algunas que superaron los dos kilos.

También dorados

En este mismo lugar, pero pescando con carnada desde la embarcación y utilizando morena viva, pudimos dar con algún doradito. Picaban fuerte y se resistían bastante. Sobre la embarcación los guías se peleaban para ver qué point rendiría más. La cuestión es que fuimos a una de las cuevas secretas y no pescamos nada, ni un pique… Todo fueron risas sobre la lancha. Lo destacable del momento es que, para llegar al lugar, tuvimos que sobrepasar un enorme banco de arena que nos obligó a bajar de la embarcación y a llevarla a la rastra hasta conseguir profundidad para volver a navegar. Así y todo hicimos sapo.

El día transcurría rápido debido a la buena pesca que, de todas formas, estábamos haciendo. El tema es que se hacía de noche y no habíamos podido completar las especies que buscábamos. Así que volvimos a la guardería con la intención de salir otro día por las bogas y el surubí, por lo que organicé una salida familiar con ese único objetivo.

El lugar, uno icónico en la pesca de verano, sobre las islas Solís y Oyarbide, en la zona llamada El Cangrejo o Canal del Medio. Nuevamente tempranito, desde la guardería y aprovechando la fuerte bajante del río, llegamos y anclamos de manera estratégica, para pescar bogas y tirar las líneas de fondo y de flote para algún dorado o surubí. Las bogas las pescábamos contra la costa de juncos mientras que las otras líneas eran ordenadas por la fuerte bajante del momento.

Sacamos algunos bagres amarillos que utilizamos como carnada, pero también teníamos anguilas y morenas. El pique de bogas fue realmente divertido, con muchas que rondaban 40 cm y algunas pocas que llegaron a los 2,500 kg. Entretenidos con esta actividad, de repente comenzaron a sonar las chicharras de los reeles con algunos piques de dorados. Pero hubo un sonido muy particular al que le presté bastante atención ,hasta que decidí clavar lo que estaba del otro lado de la línea, que enseguida comenzó con corridas cortitas hasta que formalizó una llevada firme y duradera, por lo que pensé que era un cachorrito de surubí. Y así fue. Mientras él trataba de desprenderse de la morena con corridas en profundidad, muy cerquita de la embarcación pudimos levantarlo. Un hermoso surubicito coronó nuestro día. Otra vez el “más ancho” del mundo volvió a decir presente como todas las temporadas. Y aún faltan los patíes gigantes, pero a quedarse tranquilos, en un par de ediciones me comprometo a que puedan verlos y leer nuestra historia.

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2021-10-29T07:00:00.0000000Z

2021-10-29T07:00:00.0000000Z

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