Kiosco Perfil

Microclima cordobés con herencia inglesa.

Un énclave inglés que combina actividades para todas las edades e intereses. Ideal para disfrutar de la tranquilidad serrana.

Por Patricia Daniele.

La Cumbre, un énclave inglés que combina actividades para todas las edades e intereses. Ideal para disfrutar de la tranquilidad serrana.

La aventura comienza en auto a través de las curvas y contracurvas del Camino Del Cuadrado (como se la conoce a la RP E-9), vía de acceso rápido a la región Centro y Norte del Valle de Punilla. Vamos a conocer La Cumbre, poblado histórico de Córdoba, distante 100 km de la capital provincial. Viene precedida por su declaración de Poblado Histórico hace un año y medio, a raíz de la gran cantidad de construcciones desde fines del

1800 hasta 1930, con impronta inglesa o española. Fue la famosa época de oro de la Argentina, y esas casas se conservan intactas hasta hoy. Esto se combina con espectaculares deportes de aventura como paracaidismo en tándem, parapente y el sorprendente arborismo; una gran actividad cultural y una gastronomía excelsa. Con 50 alojamientos de todo tipo y 40 restaurantes y casas de té, se puede pasar al menos una semana haciendo actividades distintas cada día y sin espacio para el aburrimiento. Y en medio de una calma serrana increíble.

Todo empezó con el trazado del ferrocarril de trocha angosta en manos británicas allá por 1880, por lo que muchos ingleses y escoceses se instalaron en la localidad, algunos incluso con sus familias, para construir esas vías que se espera recuperar en breve. Tal como ocurrió con Sierra de la Ventana o Miramar de Ansenuza, a partir de este cómodo transporte empezaron a llegar las familias patricias de la Argentina, dispuestas a pasar tres o cuatro meses de verano en la comodidad serrana. Así nació el hotel Cruz Chica, el primero de la zona (de 1886), armado en

base a seis caserones pegados, una pileta y un parque diseñado por Carlos Thays. Fue el iniciador de la corriente turística. Hoy es parte de un circuito que se puede hacer en bicicleta y repasa las principales casas (en su mayoría del ’20) pensadas por León Dourge en estilo español: Sevilla y Toledo entre otras. Del recorrido también son parte mansiones en marcada silueta inglesa, hechas por los arquitectos Carlos y Alberto Dumas: el club house del Golf o el hotel boutique Villa Art. Según cuenta la informante turística Gabriela Medina, por ser corto el circuito se puede hacer caminando, a caballo o en auto, siempre por una zona residencial muy tranquila. En la visita se suman espacios culturales y religiosos como el teatro Berti, la iglesia Nuestra Señora del Carmen, la capilla San Roque y el Cristo Redentor, imponente figura que domina la ciudad en la sierra. Desde aquí parte un trekking.

Las sierras son el ámbito ideal para las caminatas, subidas y bajadas entre piedras y también por valles que integran campos privados o caminos interiores. El más conocido arranca desde el Cristo, ascenso suave que repasa el Vía Crucis, cuyas estaciones fueron donadas por los vecinos años ha. El trekking comienza después y se va internando en la montaña, pasando junto a alambrados y ofreciendo diferentes vistas del valle, es de dificultad media pero de tranco largo: se extiende por unos 6 km y toma unas dos horas.

¡A ponerse en movimiento!

En otra jornada fuimos hasta el mirador de Cuchi Corral, una quebrada que tiene un descenso de 400 metros hasta el río Pinto, ideal para hacer parapente en dupla. La sensación inigualable de sentirse pájaro por un rato mientras se aprovechan las corrientes de aire para deslizarse es maravillosa. El desembarco es cerca de una capilla antiquísima que permanece cerrada la mayor parte del año. Desde el mirador también despegan vuelos en aladelta. Por supuesto, tiene una vista inigualable.

Siguiendo con las actividades aéreas, hay más sorpresas en la zona: uno de los primeros acróbatas de Red Bull, Andy Hediger, maneja el Aeroatelier dentro del Aeroclub local. Se trata de un “centro multidisciplinario de aviación donde una persona puede aprender a pilotar un avión, acumular horas de vuelo o tener su bautismo en planeador biplaza”, cuenta Lili, su esposa. Pero nada prepara al visitante para lo que va a ver apenas atraviesa las puertas de su gigantesco hangar: biplaza ultralivianos, planeadores alimentados por carga solar, un trike y hasta dos windsuit, esos trajes con los que algunos deportistas vuelan como si fueran pájaros. Es fascinante verlos y enseguida uno quiere volar. Incluso tienen un Caravan (el único avión turbohélice del país) que tardó ocho años en llegar y que permite trasladar hasta a 18 personas para hacer paracaidismo individual o en tándem. Como sube más alto, da hasta un minuto de

freefly para hacer acrobacias en grupo. La historia personal de Hediger es muy rica: hace 35 años que se dedica a diversas disciplinas aéreas en una carrera no exenta de accidentes. Sin límite de edad, el vuelo de bautismo, que dura unos 20 minutos, tiene un costo de U$S 75 mientras que el paracaidismo en tándem, U$S 270. Y después no queda otra que comer algo rico en Aeroposta, el restaurante y bar del lugar que tiene toda la onda. Sí, hay que reponer energía y bajar la adrenalina.

También hicimos una cabalgata de la mano de Carmelo Capdevila, que es un clásico por estos pagos y tiene propuestas que van desde la más sencilla de una hora hasta una de dos días al cerro Uritorco. Precios desde $ 1.500 la hora.

Entre los árboles

La Estancia El Rosario es un clásico, conocido principalmente por sus alfajores. Está en las afueras de La Cumbre y se puede ir a pasar el día: desde una breve visita guiada por la planta elaboradora (ya sin uso) para contar la historia de la escocesa Felicitas Johnson que, en la época en que se construía el ferrocarril, preparaba dulces caseros para aprovechar las frutas de la zona; luego puso una casa de té (hay una importante tradición en La Cumbre) y más adelante comenzó la elaboración de los alfajores. Y digo que se puede pasar el día porque tiene un restaurante, una parrilla para comer al aire libre y un sector de actividades aéreas entre los árboles: Aventura El Rosario.

Hay entretenimiento para todos y está armado por etapas: tirar con arco y flecha asistidos por el experimentado personal o ponerse arnés y casco para practicar arborismo. ¿En qué consiste? Nada menos que en recorrer puentes colgantes ubicados entre los árboles a cierta altura y no es nada sencillo. Por eso hay que asegurarse de que el arnés que nos une a las estructuras esté bien sujeto. Es que se va poniendo difícil: primero son tablas suspendidas y colocadas a modo de trencito que hay que superar, después troncos colgados verticalmente, más tarde ¡¡cables que unen ambos lados del puente! Hace falta destreza, fuerza de brazos y calma para cumplir con el desafío, pero se logra. Esta maravilla de siete puentes colgantes fue diseñada por los hermanos Roggio y es buenísima.

Le siguen tres tramos tranquilos de tirolesa y la última parte es una palestra para escalar, y se hace bastante difícil llegar hasta arriba para tocar la campana. Todas las actividades son asistidas por el personal y tienen un costo que parte de los $ 2.800 por el conjunto.

La cultura en la zona

Algunas personas asocian el nombre de La Cumbre con el escritor Manuel Mujica Láinez, pues la eligió como su lugar de retiro luego de jubilarse. Compró en el ’68 una casona de 1922 diseñada por Dourge y le puso El Paraíso (está justo frente al hotel Cruz Chica). Vivió allí durante 14 años y fue bajo su influencia que se armó un circuito cultural pues recibía a escritores y pintores a los que daba albergue para que aprove

charan la tranquilidad del lugar para la realización de sus obras.

Hoy la casa es un museo que se mantiene inalterable como cuando vivió allí el autor de Bomarzo. Pareciera que en cualquier momento Manucho va a salir de su biblioteca privada para darnos la bienvenida. Aquí escribió el 20 % de su obra y compartió encuentros con el pintor Miguel Ocampo (cuya obra es exhibida y conservada en una sala espectacular ubicada a 3 km de allí) o Sara Gallardo, por citar solo algunos. Así fue sembrando una impronta cultural que se mantiene hasta hoy con talleres de diversos artistas e interesantes galerías de arte (ver recuadro abajo).

Desde 2016 la casa es Monumento Histórico Nacional. Cada elemento en el interior fue colocado por Manucho, muchas piezas son herencia de su familia patricia y la de su esposa, Ana de Alvear Ortiz Basualdo. Era un gran coleccionista de objetos de arte, imaginería religiosa, figuras precolombinas, también tiene estatuillas de la dinastía Ming, cuadros de Soldi, Victorica y Basaldúa, que le regalaron los propios autores, y retratos familiares: desde cuadros de Carlos María de Alvear al chaleco que usó Florencio Varela cuando lo acuchillaron. Sin dudas, la pieza más importante es el escritorio de campaña de San Martín. Y más de 20.000 libros. Hoy su hija Ana preside la fundación que administra el predio. Sus restos descansan en el cementerio parque de Los Cocos y en la oficina de turismo tiene una estatua a tamaño natural con su perro Cécil a los pies. Abre sábados, domingos y feriados de 11 a 18.

Un museo inesperado

A Lisandro Benzi le gustaba juntar cosas en su Santa Fe natal. Pero no eran cualquier cosa: motos, autopartes, bicicletas en desuso que se encargaba de restaurar. Con el tiempo llevó su pasión a un museo, el de Motos y Bicicletas que está junto al Mercado de Pilar, su hermana, en Cruz Grande. Recorrer el interior de esta construcción que rebosa de objetos maravillosos, si se es fanático, puede tomar varias horas para ver cada pieza debidamente identificada. Hay objetos grandes como autos y carros, y una infinidad de vehículos de dos ruedas de toda procedencia y antigüedad. Y quien las recopiló y restauró está listo para contar la historia de cada pieza, por más pequeña que sea. Hasta autos de juguete de todos los tiempos. Una compilación contemporánea maravillosa.

Quizás se destaquen especialmente dos vehículos que pertenecieron a la primera doctora argentina, Cecilia Grierson: un carro para ser tirado por caballo y un maravilloso Oackland con el que hacía sus visitas y quiso donar para ser usado como ambulancia. Llegó desde Buenos Aires luego de dos días de viaje a una velocidad de crucero de 26 km por hora. Grierson era muy querida en la zona, donde dejó mucha obra.

Ambos locales, contiguos, abren viernes sábados y domingos de 9 a 12 y de 15 a 19. El Mercado es un lugar muy lindo para desayunar o merendar, y además venden productos locales. Tarifa museo: $ 500 adultos, $ 200 menores de 5 a 12 años. Y esto es solo un pantallazo, porque en La Cumbre siempre aparecen cosas nuevas para hacer y disfrutar, ofrecidas con calidez por sus habitantes.

CONTENIDO

es-ar

2022-06-30T07:00:00.0000000Z

2022-06-30T07:00:00.0000000Z

https://kioscoperfil.pressreader.com/article/282879439444839

Editorial Perfil