Kiosco Perfil

Dorados de noche a noche.

Relevamos el Alto Paraná a la altura de Itatí. Jornadas de 13 o 14 horas embarcado nos proporcionaron dorados de hasta 10 kilos en baitcast y spinning.

Por Julio Pollero.

Relevamos el Alto Paraná a la altura de Itatí. Jornadas de 13 o 14 horas embarcado nos proporcionaron dorados de hasta 10 kilos en baitcast y spinning.

El río Paraná venía creciendo, los ambientes naturales iban recobrando vida y los pesqueros tradicionales volvían a tener el auge que todo pescador deportivo espera. Con la idea fija de capturar dorados, pero sin saber para dónde rumbear, comenzaron los llamados telefónicos, el chusmeo de las redes sociales y las charlas con amigos. Y en una de esas tantas conversaciones se insinuó la clara posibilidad de visitar el Alto Paraná. Una zona donde el r ío tomó en estos mo - mentos una altura

providencial, donde las aguas lentas y oscuras ya van cobrando fuerzas y claridad, y donde la pesca comercial indiscriminada –lamentablemente– sigue aumentando día a día.

Equipos recomendados

Como habíamos tomado la decisión de ir en busca de los dorados solo utilizando ca rnadas artificiales (señuelos) y pescarlos bajo las modalidades de baitcasting y spinning, armamos cañas de 1,80 a 2,10 m de largo, de acción media y potentes (heavy), con reeles me

dianos, ya sean de los denominados huevitos o de bajo perfil y frontales, ambos cargados con hilo multifilamento de 50 lb (1 lb = 0,453 kg). Cabe destacar también que se llevaron carretes extras u otros reeles cargados con multifilamento más f ino para lograr que el señuelo bajara o profundizara con mayor rapidez.

Tema señuelos, siempre va a ser de debate, pero nunca hay que dejar ninguno en casa porque seguro después lo vamos a lamentar. En este caso llevamos una gran variedad del tipo banana, entre los que se destacaban los Alfers, Voraz, Gozio y Paraná Lures, todos en sus diferentes tipo de paletas denominadas con números 1, 2 y 3, que son las variables de profundidad que pueden lograr. También acarreamos los de tipo sliders o glidding (sin paleta), como los Pirayú, Raptor y Rapala, que se utilizan como señuelos zigzagueantes sobre bancos de arena, aunque nunca descartarlos para sondear sectores con palos. Y, por último, sumamos los de formato mojarras con paleta shallow (escalón), como los NG, Rapala y Paran´s Lures que trabajan entre el metro y metro y medio de profundidad. A todos estos se le pueden adicionar los que el pescador considere necesario.

La importancia del guía

Los equipos estaban, el lugar también, las ganas sobraban y solo faltaba poner fecha para el viaje. Por algunos detalles climatológicos y algunos factores externos, en esta oportunidad nos subimos al viaje organizado por Natalio Seggioli y Facu Canis, quienes ya tenían fecha dispuesta para pescar en la zona de Itatí, y habían contratado a Carlos Cali Gutiérrez como guía, muy reconocido en la zona y gran persona. Conoce el río más que su propia casa y aún conserva en sus entrañas las ganas y el placer de hacer disfrutar al pescador la jornada completa. Ya se van a enterar en el relato por qué se los digo.

Con algún contratiempo en los horarios matutinos, este dúo dinámico conformado por Nata y Facu comenzaron su viaje perdiendo el vuelo que los depositaría en la ciudad de Corrientes, por lo que tuvieron

que salir corriendo desde Aeroparque hacia el aeropuerto de Ezeiza pa ra poder subir en el próximo vuelo a aquella ciudad. Obviamente, no faltaron algunas palabritas de más para ver quién había sido el culpable, pero así y todo, sin duda comenzaba una gran aventura que tendría más que un final feliz. La idea era llegar temprano y pescar, y solo se demoraron un par de horas: arribaron pasado el mediodía, pero el guía de todas maneras los esperaba con la lancha lista para realizar la primera media jornada de pesca. Así que dejaron las valijas en la posada donde se hospedarían y solo con los implementos de pesca salieron a la carrera hasta el embarcadero.

El calor se hacía sentir y la lluvia amenazaba, pero ellos querían ir para lo que habían venido. Como la pesca la iban a realizar casi frente al pueblo, no tuvieron que navegar mucho. Tanto fue así que llegaron al primer lugar y aún no habían terminado de hacer los nudos para unir el cable de acero que va entre el multifilamento y el señuelo. Bastaron a lg u nos t i ros pa ra obt ener los primeros piques, dorados chicos, pero entretenidos. Por ahí un pique más violento dio por sentado que se trataba de un gran dorado que enderezó un anzuelo y pudo ganarle la pelea al pescador. Una primera media jornada con buenos y esperanzadores resultados.

Madrugón

Cuando llegaron a la rampa donde subirían la embarcación, el guía Cali los despidió diciéndoles: “Hasta mañana a las 5, así serán los cuatro días”. Y así fueron. Aún de noche, cansados pero con el ánimo por las nubes, comenzó la segunda jornada de pesca navegando un poquito más hacia el Norte, para probar en todos los lugares que el guía les mencionaba. Aclaro esto porque muchos de esos sectores no dan con el común característico de este tipo de pesca. Por ejemplo, se probaba y se pescaba en palos sin choque de agua, lugares sin correntada pero por los que estaban pasando sábalos, y eso solo lo saben los buenos guías, los que leen el agua, los que na

cieron allí, y Cali cumple con todas esas características.

Al principio, quizás, los lanzamientos eran sin ganas, hasta que comenzaron los piques de buenos dorados, al punto que lograron algunos que superaron los 8 y 9 kg de peso: una gran pesca. Así fueron sumando capturas de inmediata devolución. Y si bien la jornada se había terminado, el guía seguía recorriendo e intentando ya bajo la luz de la luna.

Amanecidos y en una nueva jor nada, enca ra ron pa ra la zona del reconocido Collar de Ajos, u n luga r l leno de piedras que hoy está tapado por el agua, y donde tuvieron un par de piques muy buenos pero que no lograron concretar. Aún me causa gracia un comentario de Natalio: “Todo muy lindo, pero pican fuerte ahí nomas, enfrente de donde dormimos… y hacia allá volvieron para lograr varios buenos dorados más que se fotografiaron y –obviamente– se devolvieron al río.

El pique esperado

De repente y probando un Bendy 12 color atigrado, Facu tuvo un buen pique de un doradazo que superó los 10 kg. Lo dominó, lo subió a la lancha, se sacó una buena foto y dio las gracias por el viaje que venía realizando. Cayó nuevamente la noche, la luna asomaba entre los feos nubarrones de lluvia, pero ellos recién se volvían a la posada para prepa ra rse pa ra a r ra nca r bien tempranito la última jornada, tal cual el guía indicaba todas las noches.

Y ese amanecer no fue la excepción: salieron de noche y volvieron de noche, y es por eso que al principio del relato comentaba lo de “disfrutar el día completo”, ya que con Cali se pescan unas 13 o 14 horas. Y con este relevamiento demostramos que el Alto Paraná está en un buen momento para la pesca en baitcasting y spinning, solo hay que trabajar muy bien las zonas de pesca y hacerle caso a los buenos guías que allí se encuentran. Después qued a d isf r ut a r de hermosos momentos.

CONTENIDO

es-ar

2022-12-01T08:00:00.0000000Z

2022-12-01T08:00:00.0000000Z

https://kioscoperfil.pressreader.com/article/282119230563023

Editorial Perfil