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Santiago a Santiago Un viaje soñado

Textos: MARISOL LOPEZ. Fotos: JUAN ZEMBORAIN

Luego de cumplir su gran sueño de cruzar la cordillera de los Andes en bicicleta, Juan y Santiago Zemborain siguen creando viajes y proyectos, contagiando y motivando otras maneras de ver y transitar la vida. En esta entrevista nos cuentan sobre el proyecto Empujando Límites y su último viaje en tándem por el Camino de Santiago de Compostela.

Empujando Límites empezó mucho antes de tener este nombre. Cuando a mi hijo Santiago (de bebé) le diagnosticaron hipotonía muscular –relata Juan Zemborain–, incluso antes de que me digan que tenía autismo, y pensé: ‘¡Hay que entrenar!’. Desde ahí empezamos a formar este equipo, padre e hijo, y pasábamos el día en la calle. Mientras él pedaleaba cada vez más en un triciclo, se iba fortaleciendo. A los 7 años le prometí que si aprendía a andar en bici a sus 15 cruzaríamos la Cordillera de los Andes, una utopía. El aprendió, pero nunca le interesó frenar. A sus 12 descubrimos el tándem y ahí nuestros sueños de cruzar los Andes volvieron a surgir.

“Me empezaron a decir que debía compartir en las redes esto que comenzábamos a hacer. Yo me preguntaba por qué, si no hago más que andar en bicicleta con mi hijo. La diferencia es que andábamos tándem, una bici de a dos. Fui notando que la gente nos miraba y preguntaba, y me di cuenta de que realmente esto podía transformar muchas vidas más allá de la nuestra. Como no pensaba abrir mi intimidad en las redes sociales empecé a pensar un nombre.

Empujando Límites

“Un domingo a la salida de misa, después de haber pedaleado 80 km ese finde, me veía empujando a Santi para que se apurara y él se mataba de risa. ¡Qué linda sensación! Los límites son amor, son seguridad. Sin duda elegimos vivir Empujando Límites. Y nuestra simple historia empezó a pegar en las redes y a gustar en los medios. Muchísimas familias comenzaban a soldarse bicicletas, a preguntarme cómo conseguir una…

“¡Ahora me decían que tenía que crear una ONG! Esto me llevó más tiempo. En las horas de pedaleo pensaba cómo hacerlo hasta que se me prendió la lamparita: un tándem para compartir en cada pueblo para que personas con discapacidad y sus familias pudieran transformar su vida y hacer de este deporte un hábito”.

Weekend: ¿Qué aportó a su vida dar nacimiento al proyecto Empujando Límites? ¿Y en qué aspectos la modificó?

Juan Zemborain: Sin duda, hay un antes y un después, la gente empezó a reconocernos en las calles y rutas, a saludarnos, y eso hacía que nuestra vida dejara de ser tan solitaria. Esto pegó directamente en la autoestima de Santi, porque cada vez que le gritan “¡Vamos Santi!” él infla el pecho y la bicicleta acelera. Como Asociación Civil trabajamos por la inclusión en el ciclismo de personas con discapacidad y sus familias. En principio, para quienes no pueden solos y necesitan un guía, estamos traba

Santi me enseñó que hay maneras mucho más divertidas y emocionantes de viajar: en bici y siendo parte del paisaje”.

jando en distintos programas sociales, tratando de importar los primeros 30 tándems de aluminio para donar a distintas comunidades, grupos inclusivos, terapeutas… para que los usen de manera compartida, así potenciamos la utilización de cada bicicleta doble. Para los más chicos tenemos los acoples o bicis de arrastre. Siempre intentamos que cada protagonista utilice la bicicleta con algún familiar o amigo para entusiasmarlo, y que quieran seguir practicando esta actividad que nos apasiona y la transformen en un hábito que cambia vidas. Empezamos a formar una gran comunidad con la que compartimos las clínicas, participamos en carreras, vamos a cicloturismos, nos alentamos, nos contagiamos de esta energía tan linda… y ya no estamos solos.

Weekend: ¿En qué momento surgió la idea de hacer el Camino de Santiago? ¿Cuál era el objetivo del viaje? ¿Lo planearon durante mucho tiempo?

Juan Zemborain: Dicen que el Camino de Santiago (España) comienza cuando lo empezás a soñar. Eso fue volviendo del cruce de los Andes, un día antes de que Santi cumpliera 16, en marzo de 2019, cuando nos dijimos: “¿Y ahora qué?”. Entre otros desafíos surgió Santiago a Santiago (de Compostela), otra utopía. Lo empezamos a planear pero la pandemia demoró todo. Habíamos ido a un programa en la televisión donde ganamos mucho dinero que se terminó devaluando antes de cobrarlo. Nos sirvió para recorrer en auto 6.000 km de nuestro país y pedalear por todos lados.

Durante la pandemia nos invitaron a participar de una beca de la organización española “Where is the Limit?”. Presentamos el proyecto “Santiago a Santiago”, y con los votos y selección de un jurado nos dieron los fondos que nos sirvieron para los pasajes. El objetivo del viaje en lo personal era, por un lado, volver a ponernos un objetivo a largo plazo que nos marcara el camino. Por otro lado, repetir una experiencia tan fuerte como la de la cordillera y seguir empujando nuestros límites. En cuanto a la asociación, captar la atención en todos lados para promover el uso del tándem como herramienta de inclusión, para estimular a todos a ponerse objetivos y tratar de cumplirlos, y que si no se cumplen, no pasa nada. Siempre sirven para seguir avanzando. El gran tema era cómo llevar el tándem: en avión, auto, tren, ómnibus. Manejar semejante paquete, armar y desarmar una caja se hace mucho más grande y difícil de cargar. Por suerte conocimos a Lomas Fundas y nos armaron un gran bolso porta tándem que nos resolvió este tema fundamental. W: ¿Qué recorrido realizaron? JZ: Hicimos el camino más famoso, que es el Camino Francés. Uno lo puede arrancar desde donde lo desee, siempre que sea de más de 100 km para peregrinos a pie y de 200 km para peregrinos en bici. De esta forma lográs que te den la Compostela, que es un diploma que certifica que lo hiciste. Nosotros partimos desde Roncesvalles en los Pirineos, frontera con Francia, hasta Santiago de Compostela. Hay pueblitos cada 5 km con albergues, por lo que uno puede parar donde caiga la noche. Podés llegar sin reserva o ir reservando uno o dos días antes según la cantidad de peregrinos y la

“Dicen que el Camino de Santiago comienza cuando lo empezás a soñar. Y eso nos pasó con Santi luego de cruzar la cordillera de los Andes. El proyecto comenzaba a gestarse”.

época del año. Nosotros hicimos 802 km en 13 días, desde Roncesvalles a Santiago de Compostela. Y ascendimos 9.390 m.

W: ¿Cómo era la dinámica de las etapas y los días de pedaleo durante el viaje?

JZ: El día transcurría de la siguiente manera: las bicicletas, por lo general, son las últimas en salir. A las 8 AM te echan del albergue porque de 8 a 12 es cuando los voluntarios limpian y a las 12 empiezan a llegar los primeros peregrinos a pie. Cargás todo en la bici y desayunás ahí o en el primer pueblito lindo: una tortilla de papas, un sándwich de jamón o chorizo, café con leche y a volver a pedalear. Uno va alimentándose con lo que tenga. Nosotros llevamos geles de proteínas para todo el recorrido y le sumamos fruta o alguna barra energética. No siempre paramos a almorzar, eso se definía en el momento según múltiples factores: lugar muy lindo, dureza de la etapa, tiempos para lograr el objetivo de ese día… Cuando llegás al albergue te sellan la libreta de peregrino, te dan una sábana de abajo y funda de almohada (tela de barbijo). Descargás de la bici solo lo que vas a usar, armás la cama con tu bolsa de dormir encima, te duchas y a salir a cenar porque a las 22 o 22:30 cierra el albergue y no entra nadie más. Hay albergues que duermen entre 20 y 40 personas, y otros que tenés dormitorios más chicos, muy buenos porque éramos 5 y los teníamos para nosotros solos. En otros, conseguimos habitaciones de a 2. Todos los albergues tienen lavarropas y secarropas, por lo que uno tiene que llevar lo mínimo indispensable y vas lavando. Es la costumbre que cada peregrino que se cruza se le dice recíprocamente “Buen Camino”, por lo que a veces, según el énfasis, le levantas el ánimo a más de uno. ¡Y nunca te sentís solo!

W: ¿Cuáles son las características y particularidades que diferencian al Camino de Santiago de otros viajes o recorridos?

JZ: Este Camino tiene mucha historia con un gran valor cultural, espiritual y unos paisajes increíbles. Hay un respeto muy grande hacia el otro y ni qué hablar a los ciclistas, cosa que acá no estamos muy acostumbrados. La gran diferencia de planear un viaje así es que allá tenés toda una infraestructura preparada para el peregrino, desde albergues hasta el menú del peregrino en casi todos los lugares. No tenés que cargar ni carpa ni cocina ni alimentos. No hace falta el agua en ningún lugar, por lo que con dos caramañolas sobra y las vas recargando. Sin duda el desafío era tan grande para nosotros que no queríamos que nada nos frenara, por lo que elegimos un sistema de bikepacking de Halawa y así evitar el uso de alforjas. Esto nos permitía que el viento no nos frenara y podíamos ir mejor en los senderos angostos. W: ¿Cuántas rutas hay y de qué longitud? JZ: Hay muchos caminos posibles, todos llevan a Santiago (como a Roma). Los peregrinos a pie suelen caminar entre 20 y 30 km diarios. Los que van en bicicleta pedalean entre 45 y 70 km, algunos más. El más famoso y concurrido es el Francés, desde Saint Jean Pied de Port, con 781 km. Para hacerlo caminando se calculan no menos de 30 etapas; se destacan también el Camino del Norte por la Costa Cantábrica con 820 km, el Primitivo de 225 km (solo a pie) y el Portugués, desde Lisboa, de 465 km.

W: ¿Cuáles son los mejores momentos del viaje que recordás?

JZ: Sin duda, la satisfacción de cada etapa superada, conseguir un lugar para dormir y que te espere una buena comida es increíble. Más allá del lugar, los momentos más lindos son cuando te reencontrás con otros peregrinos, hay de todos los países y como nosotros siempre llamamos la atención con el tándem, todos se asombran y nos saludan efusivos. ¡Sin duda, las bajadas son fabulosas!

W: ¿Alguna de las etapas que les resultaron más difíciles? ¿Por qué?

JZ: En general, todas las etapas tienen lo suyo, las subidas agotan y terminábamos bajando de la bici y caminando. Santi por momentos también corría: a sus 19 años le sobra energía. Cuando una etapa es más

sencilla, uno se la complica utilizando más los senderos que la ruta. En bici vas todo el tiempo eligiendo sendero o ruta, a veces realizás buenas elecciones y otras no, como en la vida. Buscábamos hacer 70 km por día aproximadamente, pero a veces el desnivel era muy difícil. La primera etapa de Roncesvalles a Puente de la Reina, de 76 km, tiene una gran subida al final. Otra difícil es la subida de la etapa llegando a Burgos. Trepar a O Cebreiro en plena tormenta fue durísimo, y bajarla mojados, también.

W: ¿De todo el recorrido qué lugares les gustaron más? ¿Por qué?

JZ: Hubo muchísimos lugares que nos gustaron, todo tiene su encanto. Soy arquitecto, por lo que se me van los ojos en cada pueblo, iglesia. Como poblado me enamoró Viana; como ciudades, Burgos, Astorga, y muchas más. Como paisajes, sin duda la primera parte que es la más seca, con ondas doradas, muy distinto a lo que estamos acostumbrados acá y donde en bici se puede rodar más.

W: Si tuvieras que dar algunas recomendacionenes a quien esté soñando con el Camino de Santiago, ¿cuáles serían?

JZ: Que no tengan todo organizado, que se dejen llevar por el Camino, por los encuentros con otros peregrinos. No llevar nada de más, nada por si acaso, lo que falta se compra en el camino. Nosotros en un momento armamos una caja que enviamos por correo con 2,5 kg de peso extra que llevábamos, y seguro que podríamos haber mandado más. Solo hay tres cosas que tienen que estar bien organizadas: la llegada, dónde dormir antes de arrancar tu Camino y la salida de Santiago de Compostela. Es aconsejable prever quedarse unos días más allí, porque cuando llegás no te querés ir, y los días sucesivos te seguís encontrando peregrinos que te cruzaste. La asistencia al viajero es fundamental, sobre todo en un viaje de estas características, lo que asegura disfrutar más tranquilo.

W: Después de todo lo que vivieron desde que se lanzaron a transitar la vida de una manera distinta, ¿te gustaría dejar algún mensaje o compartir alguna reflexión?

JZ: Toda mi vida soñé con viajar como lo hacía de chico con mis padres, recorrer Europa, museos, paisajes y arquitectura. Con un hijo con autismo pensé que nunca lo iba a lograr. Santi me enseñó que hay maneras mucho más divertidas y emocionantes de viajar: en bici y siendo parte del paisaje. Estos desafíos enormes que nos proponemos sirven para tener un camino a seguir, te dan una dirección. Después si lo lográs, o no, no es lo importante. Sin duda, creo que somos el límite de nuestros hijos y que está en nosotros confiar y empujar nuestros propios límites para que ellos puedan desplegar todas sus capacidades. Instagram: @nacionsalvaje

y @empujandolimites

“Cuando es una etapa más sencilla uno se la complica utilizando más los senderos que la ruta. En bici vas todo el tiempo eligiendo sendero o ruta, a veces tomas buenas elecciones y otras no, como en la vida”.

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