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Capturas telefónicas.

Tras el intento frustrado de viajar a Paso de la Patria, Corrientes, resolvimos pescar dorados y pacúes on line casi en tiempo real.

Por Julio Pollero.

Tras el intento frustrado de viajar a Paso de la Patria, Corrientes, resolvimos pescar dorados y pacúes on line casi en tiempo real.

La palabra difícil no existe en el diccionario del pescador deportivo, y el significado de complicado lo cambiamos por “vamos y vemos que onda”. Así se encuentra en este momento la pesca en el Alto Paraná, difícil y complicada. En una larga estadia vacacional en Paso de la Patria, Corrientes, nuestro amigo Agustín Alvaro se la pasa pescando para no perder la costumbre, y en este caso fue mi blanco de consulta diaria para saber cómo lo estaba tratando la situación. Con unos días agobiantes de calor y el pique esquivo en la mayoría de las salidas, este aventurero pescador se las ingeniaba para no volver zapatero ninguno de los días, pero ojo, llevaba siempre al as de espadas del lugar: el guía Willy Sosa que verdaderamente ve debajo del agua, como decimos los pescadores.

Gran baqueano, conocedor de cada rincón del río para saber dónde están y cómo pescar cada una de las piedras del lugar, y por si fuera poco, buen pescador. El Paraná se encuentra con altos y bajos en cuanto a su conducta, pero nuevamente bajó considerablemente su caudal, y eso influye tanto en la pesca como en otras circunstancias cotidianas del ambiente.

La idea en estas jornadas fue pescar solo con señuelos utilzando las modalidades baitcasting y spinning para probar con los dorados, y cuando se intentara con el pacú utilizaríamos masa a base de vainilla y coco o frutas como el coquito.

Los equipos estaban compuestos por cañas de 1,80 a 2,10 m de largo con reeles frontales o rotativos medianos cargados con hilo multifilamento de 50 lb (1 lb = 0,453 g) de resistencia. Cuando que hablamos de señuelos, decimos que los que pescan siempre son los que están en la caja, que no hay que dejar ninguno guardado, pero en esta ocasión los más utilizados y de mayor eficacia fueron los Glidding de Rapala, Pirayú, Raptor y Voraz; las mojarras Shallow de Paraná Lure, Rapala y NG; y las bananas de paleta corta, como las Alfers, Paraná Lures y Gozio Bendy. A todo esto le sumamos algunos plomitos corredizos, anzuelos forjados del tipo maruseigo y cable de acero para intentar con el pacú al golpe o a la espera.

Cambio de horario por el calor

Los días de pesca comienzan bien temprano por la mañana o madrugada, diríamos, ya que por causa del tremendo calor muchas veces a esos de las 4 AM ya se están bajando las lanchas para volver tipo 10 de la mañana, y retomar la jornada después de las 5 de la tarde hasta que cae la noche.

Mientras seguíamos charlando diariamente, Agustín me iba contando y mostrando por fotos las capturas de todos los días. Mis ganas aumentaban minuto a minuto, pero no podíamos concretar la fecha exacta, hasta que se dio. También me comentó que esperaba a Matías Pavoni, amigo en común, para que le llevara los famosos coquitos para probar con los pacúes, carnada que Willy había pedido casi con exclusividad.

Cuando Matías me avisó que ya estaba viajando hacia el Paso, yo seguía en Buenos

Aires, por lo cual decidí que ellos fueran adelantando material para este relevamiento, no fuera a ser cosa que pique alguno de los grandes y yo no esté para fotografiarlo.

Bien tempranito por la mañana, tipo 4 AM, lancha al agua y a probar con los dorados en las zonas de piedras. Fueron de la partida Agustín, su papá, Matias y el guía. Las navegaciones no son muy largas en esta zona, pero siempre resultan aguas arriba, hacia Itatí. Armaron los equipos y algunos pusieron mojarras de paleta quebrada y otros señuelos tipo minnows. Varios fueron los lanzamientos hasta que picó el primero, y la suerte estuvo de parte del papá de Agustín, quien debutó con esto del baitcasting y demostró que, caña en mano, puede con cualquier modalidad.

El dorado dio una linda pelea y en pocos minutos estaba sobre la planchada de la lancha para que el guía lo desanzuelara. Foto y al agua. Mi celular sonó al instante, miré la pantalla medio dormido y vi el tremendo dorado. Siguieron probando y fue el turno de Matías, quien enseguida arrimó otra bestia a la embarcación. Estaban de racha, pero siempre sabiendo lo que hacían: colocando el señuelo donde se debe y traccionándolo en el justo modo para que pasara por el lugar indicado. ¡Ah! Agustín tampoco se quedó atrás y metió otro doradazo con un Rapala SSR 14 color azul.

Ya el calor se hacía notar y decidieron venirse a la costa para disfrutar de la playa o el aire acondicionado de las habitaciones. Llegaron las cinco de la tarde y los pescadores se dirigieron nuevamente al embarcadero para probar suerte hasta el anochecer. Fue un poco más difícil que a la mañana, pero la insistencia le regaló un tremendo dorado a mi amigo Agustín, quien lo peleó como debía para alzarlo y fotografiarlo. Después de contarme telefónicamente todo lo sucedido, me anunciaron que al otro día iban por los pacúes, que no solo intentarían al golpe sino también anclados al costado del canal.

No pudieron con su genio y a primera hora de la mañana fueron a probar con el dorado sobre los bancos de arena. Aquí predominaron los señuelos del tipo Glidding, y el Rapala color violeta y verde se llevaron las palmas. Gracias a ellos dieron con un par de dorados que superaron los 10 kg. Dejaron pasar la mañana para volver con todo sobre los pacúes en horas vespertinas y no se equivocaron, bien ancladitos sobre el veril del canal encarnaron los anzuelos con coquito y algunos con masa, y a esperar los característicos mordiscones de esta especie. Mordiscón uno, dos y clavada certera nuevamente de Agustín, quien después de pelear contra el pez y la correntada arrimó un hermoso plato de unos 6 kilos o más.

Repetición

También me llamaron y contaron, yo feliz del otro lado de la línea. Regresaron contentos y con la firme convicción de volver al otro día por las mismas especies. Nuevamente con las primeras luces del día fueron derechito a la zona de piedras para intentar con los dorados. Fue Matías Pavoni, guía esquinense, quien mostró que ahí tambien se mueve como pez en el agua, sacando a relucir sus dotes de gran pescador con un par de dorados buenos, de esos que no hace falta mentir.

Al margen de esta pesca, otro amigo, Javi Pesca, había estado con una excursión en el área y dado con algunos cachorros de surubí, otro de los trofeos de la zona. Siguieron intentando en el área de dorados y Agustín clavó algo distinto, algo que peleaba más de lo normal y no saltaba. Pensaron un surubí, pero no, era un lindo manguruyú que dio una pelea tremenda antes de dominarlo para la foto.

Ya estaban más que satisfechos, pero las ganas de pescar pacúes los pudo y volvieron por los chatos para terminar una jornada exitosa sacándolos tanto al golpe como anclados. Sin dudas y con el correr del relato se dieron cuenta de que no pude estar pescando con mis amigos, pero gracias a sus ganas, dotes de aficionado y el compromiso por ayudarme con este relevamiento, lo conté como si hubiera navegado junto a ellos.

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2023-02-01T08:00:00.0000000Z

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