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El camino de Neruda.

Recorrimos los mismos senderos cordilleranos que utilizó el poeta chileno durante su exilio político a mediados del siglo XX. Cómo fue su escape hasta San Martín de los Andes.

Por Dardo Gobbi.

Recorrimos los mismos senderos cordilleranos que utilizó el poeta chileno durante su exilio político a mediados del siglo XX. Cómo fue su escape hasta San Martín de los Andes.

Partimos, en busca de una aventura. Hacía ya un tiempo había escuchado hablar de un sendero al sur de la provincia del Neuquén. Un camino en el que lo importante no es el recorrido y sus características, sino que lo atractivo de ésta travesía es su historia.

Hacia fines de 1948, la situación política en Chile había sentenciado la obra y vida del poeta y político chileno Pablo Neruda. Su permanencia en el país era insostenible. Había comenzado a ser perseguido, su vida corría riesgo y el exilio fue su única opción. En diciembre, luego de esconderse varios meses dentro del territorio chileno, sus seguidores le organizaron un perfecto plan de escape.

Desde Futrono, en la región Valdivia, se embarcó silenciosamente en puerto Llifén y cruzó el lago Ranco. Al llegar a la otra orilla lo esperaron en vehículo y, por caminos rurales, lo llevaron hasta otro lago: el Maihue. En la oscuridad de la noche se embarcó nuevamente. Solo una fogata, en el extremo del lago, les marcaba el punto de destino: Hueinahue. Allí paso sus días, aprendiendo a montar, adaptándose a su falsa identidad y cambiando de aspecto físico. Don Pablo mezcló días de letras y poesía con cabalgatas y adiestramiento para su exilio.

El 22 de febrero, en bote y de noche, llegó junto a los suyos hasta la desembocadura del río Blanco. Allí montó a caballo hasta Chihuio y a la noche siguiente, junto al único baqueano que conocía el sendero, inició el cruce de la cordillera. Les esperaba una larga cabalgata en busca de una forzada libertad.

▮ El trekking

Nuestro recorrido comenzó acampando a orillas del lago Queñi. Armamos nuestra carpa, salimos a pescar y el cálido atardecer nos encontró cenando. Por la mañana temprano (6:00 am) desayunamos tranquilos y a las 7 estábamos en el ingreso al sendero, a solo unos metros del campamento. Un cartel con todas las indicaciones anunciaba: “Senda Paso Ilpella”. Nos esperaban cinco horas de caminata hasta el límite fronterizo.

Esta senda, si bien está habilitada, solo se puede recorrer hasta el límite con el país

vecino. No podemos pasar a Chile porque no es un cruce habilitado. Y en nuestros primeros pasos fue inevitable pensar en Neruda. La sensación de estar caminando sobre su huella fue reconfortante. Leer un libro del poeta antes del inicio significó también una conexión con el sendero, que se comienza a transitar por una huella ancha que antiguamente fuera utilizada por una empresa maderera. Por momentos hay mucho barro, depende de la humedad de los mallines por donde transitamos.

A medida que avanzamos, el pasto y la humedad desaparecen y las cañas coihues comenzaron a ser las protagonistas. Luego de una hora, nuestro sendero era una huella que se abría entre un bosque de cañas. Después de cruzar un primer arroyo tuvimos la sensación de ingresar a un verdadero sendero clandestino. Durante la caminata, a nuestra derecha siempre nos acompañó el murmullo del río Queñi. También cruzaríamos varios arroyos que lo alimentan. De acuerdo al caudal de cada uno, los podemos cruzar pisando piedras o bien mojándonos, siempre con algún calzado de vadeo.

Es un trekking de dificultad media, es decir, no posee ningún ascenso que requiera un entrenamiento especial o técnicas de montaña. Casi todo el trayecto es un leve y en paulatino ascenso hasta unos 8 km. Luego la pendiente va aumentando al estar cada vez más cerca de la frontera. Estamos, aunque parezca mentira, cruzando los Andes. En el recorrido no veremos grandes paisajes. Es un camino cerrado. Vamos siempre entre montañas por lugares con mucha vegetación. Sin duda, es un sendero de escape.

▮ Ocultos entre la vegetación

Los robles y cohiues que nos rodean con su gran altura y sus frondosas copas hacen que no veamos nunca las montañas y el cielo se haga imperceptible. Recién a media mañana algunos rayos de sol se filtraron por el espeso bosque. Finalmente, las cañas desaparecieron y nos dieron un respiro. Nuestro sendero comienza a rodearse de canelos, falso muérdago o Taique, y de otros arbustos espinosos de altura media. Allí nos dimos cuenta de lo importante que es llevar botas y pantalones largos.

Más tarde, unos vallecitos se forman debajo del bosque (sotobosque) que está formado por plantas bajas, similares al malvón: son margaritas silvestres, frutillas y otras coloridas flores y enredaderas que forman un colchón verde debido a la humedad. En este lugar y

en cada arroyo estaba presente el poeta. Uno imaginaba sus momentos de descanso, el andar de su caballo, el silencio de espesa noche, la adrenalina de la fuga... Todo mezclado en su mente: exilio, poesía, paisaje, clandestinidad, orgullo, política, soledad, solidaridad, identidad, miedo... Caminábamos en silencio buscando alguna respuesta en el entorno.

El ascenso se empieza a sentir. En un momento escuchamos el murmullo fuerte del río, subimos a un punto alto desviándonos del sendero y descubrimos una gran caída de agua. Alta, transparente, pura. Una pileta natural que nos invita a bañarnos. Claro, es muy fría debido al deshielo, pero vale la pena parar. Es una hermosa cascada. Allí descansamos y nos atrevimos a leer un poema de don Pablo, en ese contexto natural. La cascada no tiene nombre, pero ahí está, medio escondida, esperando a ser descubierta por algún caminante.

▮ Retomamos el sendero

Ya es mediodía y aparecen algunos tábanos, característicos a esa altura y a esa hora. Nos ponemos repelente y continuamos la marcha. Unos mallines comienzan a aparecer a mano derecha y un poco más adelante aparece una hermosa laguna.

Un cartel la bautiza como laguna Pablo Neruda, denominada así durante el encuentro internacional de poetas que en el 2009 caminaron hasta ese lugar. Estamos un momento allí, tomamos algunas fotos y luego ascendemos, el sendero sube en forma empinada. Al asomarnos, aparecemos en un sector un poco más alto. Despejado. Allí vemos un claro en el bosque y una pequeña torre metálica. Tiene un cartel de hierro que dice Argentina de un lado y Chile del otro. Lo habíamos logrado. Estábamos en el hito fronterizo. El lugar por donde Pablo Neruda escapó a la Argentina para dar su primer paso hacia el exilio.

Allí almorzamos y pasamos el resto de la tarde. Momentos de charla, fotos y luego un retorno reconfortante hacia nuestro campamento en la paz del hermoso lago Queñi. Haber recorrido este camino me hace tener otra mirada de Neruda. Leer a Neruda nuevamente será apasionante. Buscar en cada frase, en cada poema, una relación o un punto de encuentro con esta travesía de exilio y poesía me ha convertido en un lector diferente.

Por momentos estábamos en una selva de cañas colihues. El arroyo Queñi se cruza antes de llegar al lago. Su caudal varía de acuerdo a los deshielos. El hito fronterizo: desde allí el sendero continúa, pero en territorio chileno.

El momento del inicio es inolvidable. Expectativas, preparativos, leyendas, todo comienza a convertir un sueño en realidad. Ya estábamos sobre un sendero con historia.

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2023-02-01T08:00:00.0000000Z

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