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A medida del productor. Por Lorena López. EXTENSIÓN.

Mejoramiento genético, sanidad, gestión de la producción y acompañamiento al productor son algunas de la tareas desarrolladas por el Instituto de Floricultura del INTA.

Por Lorena López Fotos Gentileza de la autora

En una superficie de 5 hectáreas donde se encuentran 23 invernáculos, un campo experimental y cuatro laboratorios, se ubica este instituto que es la única unidad especializada del Inta en el área de floricultura. Las actividades que realizan tienen que ver con mejoramiento genético de plantas ornamentales, manejo de cultivos, gestión de la producción, sanidad, propagación, postcosecha y asistencia a quienes se dedican a producir flores.

Lo que necesita el productor

“Asistimos a los productores florícolas en el área de manejo de cultivos, sustratos y fitopatología”, destaca Gabriela Facciuto, investigadora del Instituto de Floricultura y perteneciente a un equipo dedicado a obtener variedades ornamentales nacionales. La especialista explica que el mercado florícola argentino depende de variedades extranjeras (como las rosas, por nombrar solo una) pero también de especies cuyo recurso genético es de Sudamérica y puntualmente de Argentina, como son las petunias. Incluso se da una paradoja: hay variedades de material genético nativo de Argentina pero que ha sido mejorado en otros países y por lo tanto el productor argentino debe comprar esas variedades provenientes de esos otros países y encima pagar regalías.

“La idea es facilitarle la tarea al productor y evitar que pague altos costos, como ocurre con las variedades de alstroemerias (de la familia del amancay), producidas y mejoradas por empresas holandesas que las venden a la Argentina y los productores locales deben pagar regalías a pesar de que el germoplasma originario es de acá”, detalla Facciuto al tiempo que agrega que hace 20 años que se trabaja en el desarrollo de variedades nacionales usando recursos genéticos nativos y que estén adaptadas a las condiciones climáticas.

Otras ventajas para el productor es que ve las flores in situ (evitando la compra por catálogo), que cuenta con el acompañamiento de los especialistas cuando quieren adoptar las variedades que desarrolla el Inta y que se le proporcionan manuales con lineamientos productivos para que todo sea más sencillo. A la vez, el Instituto ha realizado un convenio con un viverista especializado en propagar especies a quien se le transfieren las variedades desarrolladas para que él las produzca

y estén disponibles al público y al productor. Este “propagador” vende los plugs enraizados a todo el país y cualquier persona que esté interesada en ser “propagadora” puede acercarse al Inta para que le proporcionen plantas madre.

“En los últimos años ha habido una revalorización de lo nativo y poco a poco la gente va conociendo las plantas autóctonas, su belleza, la ventaja de que necesitan menos mantenimiento y de que hay disponibilidad de variedades”, reflexiona Facciuto. “Además nosotros abrimos las puertas del Instituto y el consumidor ya está pidiendo las ´variedades INTA´, como ocurre con los lapachos para maceta, entre otras”.

Techos verdes y sustentables

Otra línea de trabajo es la selección de plantas para techos verdes sustentables, es decir, con bajos requerimientos hídricos y nutricionales. “Por un lado están los jardines de altura que demandan más energía, riego y un sustrato más profundo, y por otro están los techos verdes con sustratos delgados y plantas rústicas que necesitan poco riego y se adaptan a condiciones difíciles en grandes urbes, por eso son ideales para techos de edificios, de empresas o de bancos que quieren hacer un aporte al ambiente”, cuenta Silvina Soto, también investigadora del Instituto de Floricultura.

La especialista detalla que desde el Inta estuvieron evaluando las variedades comerciales extranjeras que se utilizan hoy en día para armar estos techos y, a la vez, buscaron germoplasma local para contar con plantas nativas. “Se necesitan variedades muy eficientes en el uso del agua (son las conocidas ´suculentas´), por eso realizamos viajes de colecta a lugares semiáridos como Mendoza y La Rioja y las estamos probando en estos techos juntos con el mix comercial que ya se sabe que funciona”, agrega Soto. Además del factor estético, los beneficios que proporcionan estos techos son que mitigan el efecto de “isla de calor” de las ciudades y que, ante grandes lluvias, retienen el agua y la van eliminado lentamente. La ventaja de este sistema es que lo único que necesita un edificio para tener un techo verde es una buena impermeabilización y los drenajes correctos, ya que al tratarse de sustratos delgados (máximo 10 cm) que no pesan demasiado, no se necesita una estructura especial.

“Generalmente estos techos se trabajan con implantación en plugs pero desde el año pasado usamos un método tipo tepes (panes) donde una vez que se coloca el sustrato, ya queda todo el techo verde y no hay que poner planta por planta ni esperar a que las plantas cubran todo, lo cual tarda al menos un año”, dice con entusiasmo Soto. “Desde el INTA estamos evaluando de qué manera avanzar con el tema tepes para poder trabajar en el futuro con alguna empresa que lo produzca para el mercado”.

SUMARIO

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2019-12-05T08:00:00.0000000Z

2019-12-05T08:00:00.0000000Z

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