Candidatos en fuga

Jaime Durán Barba, el antiguo asesor ecuatoriano del PRO, tiene una frase reveladora: dice que nunca vio a ningún político bajarse de una candidatura si hay chances reales de que pueda ganar. La ola de “renunciamientos” en la actual campaña electoral –primero Mauricio Macri, luego el presidente Alberto Fernández y ahora la confirmación definitiva de que su vice, Cristina Kirchner, tampoco competirá– le otorgan la razón al gurú. Los que dan un paso al costado y prefieren preservarse, tanto en el oficialismo como en la oposición, demuestran que el contexto actual de inflación descontrolada, endeudamiento, corridas cambiarias y crisis con final incierto espanta al más pintado. Los argumentos que unos y otros esgrimen para huir de la contienda son variados, pero en el fondo, como sugiere Durán Barba, a todos los hermana el miedo a la derrota.

En su carta pública del martes 16, Cristina volvió a explicar que no se candidatea porque está “proscripta” y que, si decidiera hacerlo, el Poder Judicial la inhabilitaría en un abrir y cerrar de ojos. Pero nada dijo del alto rechazo que cosecha en las encuestas y que le impediría, en un casi seguro escenario de ballottage, volver a la presidencia. Semanas antes, también Alberto Fernández aceptó lo inevitable: los pésimos números de imagen e intención de voto en los sondeos no le permiten soñar con la quijotada de una reelección. Y Macri, en marzo, fue el que inauguró la saga de políticos en fuga cuando argumentó, con tono paternalista, que su aporte a la patria ya estaba hecho y que había llegado la hora de sus herederos en Juntos por el Cambio, Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta. Pero, como todos, omitió mencionar que sus chances como candidato hubieran sido ínfimas. En su carta, Cristina señaló que su rival del PRO carecía de “aptitud electoral”, al igual que Alberto, después de quedar pegado al acuerdo con el FMI.

La grave crisis económica quemó los papeles de gran parte de la clase dirigente, para la que ganar una elección se convirtió en misión imposible.