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Bowie y el nacimiento del ecologismo: cómo Ziggy Stardust y la primera cumbre del clima cambiaron nuestra vis

En junio de 1972, la primera conferencia de las Naciones Unidas sobre el medio ambiente coincidió con el lanzamiento del emblemático álbum ‘Ziggy Stardust’ de David Bowie. Los problemas del clima y los mensajes que contiene ese disco siguen siendo inquietantemente relevantes hoy en día.

David Bowie publicó su álbum fundamental “The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars” hace 50 años, el 16 de junio de 1972. Era un disco de rock artístico y ambicioso que captaba la sensación de estar en la cima de nuevas fronteras tecnológicas y culturales. A principios de los años 70, el programa estadounidense Apolo logró que la visita de los hombres a la Luna pareciera un acontecimiento rutinario. Las posibilidades del poder de los ordenadores estaban empezando a desarrollarse y la revuelta contracultural de la juventud desafiaba los valores y las normas imperantes.

El alter ego ficticio de Bowie encapsulaba todos estos avances innovadores: una estrella de rock andrógina del espacio exterior con, en palabras de la canción que da título al álbum, “un culo dado por Dios”. Bowie-Ziggy se maquillaba mucho, se teñía el pelo de rojo y se vestía con ropa inspirada en el teatro Kabuki japonés.

Pero junto a su fascinación lúdica por la tecnología espacial, el álbum también describía el temor a la caja de Pandora que podría abrirse como resultado. Su tema inicial, “Five Years”, advertía a los oyentes de que “la Tierra se estaba muriendo de verdad”.

Durante la Guerra Fría, la perspectiva del fin del mundo provocado por el hombre a través de la guerra nuclear nunca estuvo lejos. Y a principios de los años 70, el temor a una crisis ecológica y a la superpoblación empezaba a adquirir proporciones apocalípticas similares.

De hecho, el día del lanzamiento de Ziggy Stardust coincidió con el último día de una reunión histórica para discutir el futuro del planeta. La Conferencia de Estocolmo, que comenzó el 5 de junio de 1972, fue la primera cumbre de las Naciones Unidas sobre el medio ambiente y el punto de partida de la gobernanza medioambiental mundial.

Las actuales cumbres mundiales sobre el clima, la más reciente COP 26 celebrada en Glasgow el pasado mes de noviembre, son sus descendientes directos. Y al igual que el álbum de Bowie, la Conferencia de Estocolmo comenzó en medio de emociones contradictorias: las esperanzas de un nuevo amanecer de la conciencia ambiental y las posibilidades tecnológicas se contraponían a los temores de un conflicto global y el colapso planetario.

Moonage daydream. La obsesión de Bowie por el espacio exterior es anterior a la creación de Ziggy Stardust. En junio de 1969 se publicó el que sería su primer gran éxito, “Space Oddity”.

La canción contaba la historia de un astronauta que perdía el contacto con el control terrestre mientras miraba la Tierra desde lejos en su “lata”. En julio de 1969, la BBC la utilizó en su retransmisión del primer alunizaje, aparentemente sin conocer la trágica letra.

Como Bowie percibió con claridad, el programa espacial Apolo fue fundamental para el nacimiento y el primer crecimiento del movimiento ecologista mundial.

Fue durante las expediciones tripuladas a la Luna cuando se fotografió por primera vez la Tierra desde el espacio. La imagen más emblemática, Earthrise –tomada en la Navidad de 1968 con una cámara Hasselblad por la tripulación del Apolo 8– muestra nuestro planeta elevándose sobre el paisaje sin vida de la Luna, como un sol en el horizonte. Se ha convertido en una de las fotografías más compartidas y reproducidas de todos los tiempos.

Los astronautas Frank Borman, James Lovell y William Anders se convirtieron en los primeros humanos en aventurarse fuera de la órbita terrestre. La nueva tecnología de los satélites también hizo posible que sus aventuras espaciales fueran seguidas a través de transmisiones televisivas.

En la víspera de Navidad, leyeron los primeros versos del Génesis y enviaron saludos festivos a unos mil millones de personas que los veían en todo el mundo. Seis meses más tarde, el primer alunizaje atrajo a una audiencia aún mayor, ofreciendo a los espectadores otras vistas espectaculares de la Tierra.

Estas imágenes resonaron entre la nueva generación de ecologistas. En palabras del historiador Robert Poole, “dieron a la gente una imagen con la que pensar”. Otros estudiosos hablaron del “efecto panorámico”: al ver la Tierra desde el espacio, la gente tomó conciencia de que la vida en su planeta estaba interconectada, era limitada y vulnerable, lo que impulsó el emergente movimiento de supervivencia.

La canción que abre Ziggy Stardust, Five Years, se hace eco de algunos de los sentimientos más oscuros del debate sobre la supervivencia, con su lloroso “chico de las noticias” confirmando que el fin del mundo está cerca. Sin embargo, solo cinco años antes, durante el utópico verano del amor de 1967, este mensaje apenas habría tenido eco en la cultura popular.

Ya hace medio siglo, el futuro de la humanidad se veía muy precario

La obsesión de David Bowie por el espacio es anterior a “Ziggy Stardust”

It ain’t easy. Hace medio siglo, en el verano de 1972, el futuro de la humanidad parecía cada vez más precario también en muchos otros aspectos. En Estados Unidos, la división racial y la guerra de Vietnam en curso estimulaban los disturbios civiles. A escala mundial, además de la guerra fría, el proceso de descolonización ponía de manifiesto las marcadas diferencias entre el norte y el sur. Las amenazas de la superpoblación y la disminución de los recursos naturales se hicieron realidad con las catastróficas hambrunas de India y Biafra.

A pesar de que la Conferencia de Estocolmo se centró en el destino compartido de la humanidad, esta, al igual que el mundo, estaba profundamente polarizada. La mayor parte del bloque del Este anunció que boicotearía el evento, ya que Alemania del Este no pudo participar por no ser miembro de la ONU. Los únicos países comunistas que asistieron fueron Yugoslavia, China y Rumania.

La conferencia también fue duramente criticada por los movimientos ecologistas emergentes, que argumentaron que era un evento verticalista, inadecuado y puramente simbólico. En Estocolmo se organizaron conferencias medioambientales paralelas, como el Foro del Pueblo, de izquierda radical.

El discurso inaugural de la conferencia principal, pronunciado por el primer ministro sueco, Olof Palme, también fue polémico. Destacó la “tremenda destrucción causada por los

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