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“Nos reímos un poco de la propia miseria”

la dupla de actrices y dramaturgas hace una obra donde cuentan y hacen humor sobre su propia salud mental y vivencias.

ANALíA MELGAR

Maruja Bustamante y Mariela Asensio se han unido para armar e interpretar un proyecto teatral en conjunto. La casa oscura. Un documental sobre la salud mental toma sus propias historias en torno a su bienestar psíquico, y las transforma en una puesta en escena, dirigida por Paola Luttini. Va los viernes a las 21, en El Galpón de Guevara (Guevara 326), y también hay previstas dos funciones en lunes, el 1 y el 8 de noviembre a las 20. Mientras tanto, además, cada una desarrolla otros proyectos en paralelo: Asensio en Perdida Mente, y Bustamante, como parte del elenco de Reinas abolladas.

—¿Cómo concibieron esta obra entre las dos?

—BUSTAMANTE: Nos conocemos hace 20 años. No somos amigas, quizá después de este proceso sí lo seamos. Nos conocimos como intérpretes en una obra de José María Muscari, en Catch. Y siempre tuvimos empatía la una por la otra. Esta obra la inició Mariela y ella me invitó a acompañarla porque las dos tenemos una relación con la salud mental.

—ASENSIO: Este proyecto nace a partir de que yo empiezo a transitar aspectos asociados al trastorno obsesivo compulsivo. Tenía que escribir: ese era el lugar del yo sano. Con Maruja un día empezamos a chatear y a darnos cuenta de que las dos teníamos una experiencia con estos temas de primera mano. Yo tenía planeado un espectáculo que se llamaría La casa oscura, y al sumarse ella, organizamos la pulsión inicial que ya estaba rondando en ambas.

—¿Por qué el título?

A: Uno puede hablar de cualquier cuestión de salud sin prurito, pero cuando aparece la cabeza, el cerebro, la mente, parece que estuviéramos hablando de algo re tabú. Si falla el riñón, necesita un tratamiento. Con la cabeza, pasa lo mismo. Pero la salud mental es algo estigmatizado. Todo lo que tiene que ver con la cabeza, todo lo que se corre un poquito de la media, culturalmente se lo asocia con la locura. En realidad, poder conocer esas zonas e iluminarlas, te acerca a la salud.

—¿Cuál es su tránsito por la atención a la salud mental?

—B: En 2013 comencé con fuertes crisis de ansiedad y fobias. Visitaba guardias y médicos sin parar para saber qué me pasaba. No entendía qué tipo de enfermedad tenía. Me diagnosticaron depresión algunos meses después y me medicaron. No me fue fácil salir de las crisis. Mi miedo a las enfermedades y a la muerte puede detenerme si no presto atención a mi salud. Entendí que lo mejor es pedir ayuda y lo más importante: saber a quién pedírsela. Hay personas a las que el contexto no las ayuda tanto. Yo soy una privilegiada.

—¿Cómo se convierte en teatro esa experiencia?

—B: ¿Qué es el teatro? Esta obra es un show documental, un show off, un “deja de hacer show”, una conferencia performática. Es pura escena. Hay mucho deseo y mucho trabajo. Deseo de desestigmatizar. Deseo de reírse un poco de la propia miseria y de devenir en alguna otra cosa.

—A: Hay ficción, porque todo lo del orden de lo privado, cuando se vuelve público, inevitablemente empieza a ser intervenido por la ficción. Yo soy como la más fría, la más escéptica; ella es la más mística, pero en el fondo ni ella es tan cariñosa ni yo soy tan fría. Son juegos en que ficcionalizamos.

—¿Cómo describirían la atención a la salud mental en la Argentina?

—B: Un vacío. Estaría bueno que, dado el contexto, se prestara un poco más de atención a la salud mental de las personas. Sobre todo, que no sea un tabú: que las personas tengan el derecho de sanar su stress, que no se patologice y se discrimine a usuarios de salud mental, que se busquen alternativas terapéuticas para el dolor que causa la existencia.

TEATRO / MÚSICA

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2021-10-17T07:00:00.0000000Z

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